domingo, 10 de noviembre de 2013

Tenías que ser tú - VI



            Aaron apenas pudo sostenerla antes de que cayera completa y totalmente desmayada. No era poco, ya que acababa de enterarse que sería madre, sin estar casada, a sus veintitantos años, sin haber terminado la universidad.

            La cargó en sus brazos hasta su cama, y la recostó suavemente. Se sentó junto a ella, esperando que despertara.

            No pasó mucho tiempo inconsciente. Despertó a los pocos minutos, y entonces vio a Aaron en su cama, sentado.

            -¿Qué haces aquí?

            -Te desmayaste, y te traje aquí…

            -¡No! ¿Qué diablos haces en mi vida?

            -Andrea, me llamaste para que viniera y…

            -¡Todo esto es tu culpa!

            -Andrea…

            -¡Te aprovechaste de mí, y ahora mi vida está arruinada! ¡Mi madre va a matarme!

            Cleo, la pequeña gata, la veía asustada desde su casita de peluche en una esquina de la recámara.

            -Andrea, cálmate…

            -¿Quieres que me calme? ¡¿QUIERES QUE ME CALME?! ¡Aaron, por Dios! ¡Estoy embarazada! ¡Mi madre seguramente me matará y después te matará a ti! ¡No puedo tener un bebé, ni siquiera he terminado la universidad! ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?

            -¡Andrea!

            -¡Claro, como tus padres no van a intentar crucificarte!

            -¡Andrea! –la silenció Aaron-. ¡Deja de ponerte histérica por nada! Ya veremos cómo vamos a solucionar esto, así tengamos que casarnos o algo.

            -¡Pero yo no quiero casarme contigo!

            -¿Y entonces dejarás que tu madre no te hable por el resto de tu vida?

            -Eres un estúpido.

            -Cállate, por favor. Esto es igual de duro para mí que para ti.

            -¿Duro? ¿Para ti? ¡A ti no van a matarte!

            -¡Por Dios, Andrea! ¡Ya cállate! ¡Ni siquiera sabes si esa será la reacción de tu madre!

            Andrea se quedó callada, con lágrimas en los ojos. Decidió recostarse un rato para tranquilizarse.

            -Déjame sola –dijo, casi susurrando-. No quiero volver a verte en mi vida. Déjame con el bebé, yo podré sola.

            -No.

            -¿Por qué no te vas, así como hacen todos los hombres que dejan embarazadas a sus ex novias?

            -¿Qué?

            -Podrías irte; hazlo, si quieres. No te voy a obligar a quedarte, pero si te vas, nunca más sabrás de mí ni de mi hijo.

            Aaron de verdad estaba atónito. ¿De verdad Andrea no lo conocía? ¿De verdad no sabía que él jamás podría hacer semejante cosa?

            -¿Por qué me dices todo esto?

            -Porque se nota que esto no es lo que querías. Tienes novia, una vida por delante, y yo… bueno, yo podré arreglármelas. Tal vez una tía lejana o una amiga puedan ayudarnos…

            -Pareciera que no me conoces.

            -¡No te conozco! ¡Fuiste mi novio, pero eso fue hace mucho tiempo! ¡No sé nada de ti! Estudias y trabajas, tienes novia. ¡Es lo único que sé!

            -¡Escúchame, Andrea! No me voy a ir a ningún lado, y no voy a dejarte a ti ni al bebé solos. Me voy a quedar, quieras o no, porque es mi hijo también. A él o ella nunca va a faltarle nada.

            Andrea no tuvo otra más que quedarse callada.

            -¿Y tu novia? –dijo, unos momentos después, un poco más calmada-.

            -Julia entenderá.

            -¿Qué entenderá?

            -El por qué voy a terminar con ella. No puedo estar viendo a dos mujeres a la vez.

            -¿No la amas?

            -No… no tanto, al menos. No me será difícil.

            -Vaya…

            -¿Y tú? ¿Tienes novio?

            -No.

            -Oh… está bien. No te preocupes, ya se nos ocurrirá una manera de decirle a tu madre.

            -Está bien… ¿Puedes prepararme algo de comer?

            -¿Quieres que te cocine?

            -No, no… sólo hazme un sándwich. Ya sabes…

            -Sí, claro.

            Aaron salió de la habitación y fue directo a la cocina, para preparar un sándwich como los que preparaba para ella hace años.
           
            Andrea comenzó a llorar en su habitación. Jamás pensó que sería madre a una edad tan joven, sin siquiera estar casada ni haber terminado su carrera universitaria.

            Aaron entró a los pocos minutos para dejarle el sándwich que le había preparado. No dijo nada cuando vio a Andrea llorar, simplemente le dejó el sándwich en la cama, en su regazo, y se quedó parado frente a ella.

            -Creo que iré a ver a Julia –dijo, finalmente-.

            -¿Qué?

            -Tiene que saberlo lo más pronto posible. No puedo esperar a que nazca para decirle que ya no puedo seguir con ella.

            -Oh… está bien.

            -Regresaré en un rato, ¿sí?

            -¿Vas a regresar? Aaron, ya son las seis de la tarde.

            -¿En serio?

            -Sí.

            -Oh –suspiró-. ¿Y qué te parece si vengo mañana?

            -¿Mañana? ¿A qué hora?

            -Por la mañana.

            -Voy a misa de siete a nueve, y estoy de regreso antes de las diez. Si quieres venir, ven después de las diez.

            -Oh… está bien.

            -¿Le vas a decir a alguien?

            -Solo a Julia… creo.

            -¿Solo?

            -Sí. Por ahora, sí. ¿Y tú?

            -No creo que pueda decírselo a nadie por ahora. Tal vez se lo diré a mi madre dentro de unos días, o semanas. Incluso tal vez dentro de un mes.

            -¿Le tienes tanto miedo?

            -Sí –confesó-. Tal vez no a ella, pero sí a todo lo que me puede hacer. Crecí escuchando que si algún día, esto pasaba… bueno, me echaría de la casa. Técnicamente, me fui yo primero, pero… tal vez no sólo echarme de la casa. Tal vez deje de hablarme por el resto de mi vida, a pesar de ser su única hija.

            -Oh… vaya. Yo les diré a mis padres dentro de unas semanas, quizás.

            -¿Cómo está tu hermanita?

            -Bien… ella está bien. Tiene dieciocho años.

            -¿De verdad ha pasado tanto tiempo? ¡La última vez que la vi tenía unos seis meses!

            Ambos rieron.

            -La cuestión es que, Andrea, tienes que comer muy bien. No puedes saltarte las comidas, ¿entendido?

            -Si, Aaron.

            -Regresaré mañana después de las diez.

            -Está bien.

            No dijeron nada más. Aaron salió del apartamento y, después de subirse a su auto, se dirigió directo a la casa de Julia.

-*-

            Julia lo recibió con un gran beso y un gran abrazo. Él no se esperaba eso, ya que solo había ido para terminar la relación.

            Cuando estuvieron los dos ya sentados en el sofá, ella comenzó a platicar.

            -¿Sabes? Me gustaría pasar el otro fin de semana contigo… mis padres tienen una invitación a un Country Club muy exclusivo, y sus reservaciones son para cuatro personas. Pensaron en ti, por supuesto…

            -¿Julia? –la interrumpió él-. Vine a hablar contigo.

            -Bueno, eh, ¡eso hacemos! ¿No? O… ¿de qué querías hablar?

            -Tengo que terminar contigo.

            La expresión de Julia era totalmente perpleja. No lo podía creer.

            -¿Cómo dices? ¿Por qué?

            -Es una historia muy larga.

            -Bueno, pues quiero oírla.

            -No, no quieres.

            -Sí, sí quiero, Aaron. Habla.

            Su enojo y confusión eran visibles.

            -Bueno, verás… hace más o menos un mes, fui a una fiesta e invité a mi ex novia… pensé que sería lindo ir a una fiesta con ella porque no nos habíamos visto en bastante tiempo, y yo quería recuperar nuestra amistad…

            -¿Descubriste que la amas a ella y no a mí?

            -No… esa noche nos emborrachamos los dos, ni siquiera sé cómo pude manejar hasta su casa, y bueno… ella quedó embarazada.

            -¿Qué? ¿Cómo? No, ¡no me expliques cómo!

            -Julia, lo siento…

            -¿Y estás seguro que es tuyo? ¡Esa zorra pudo haberse acostado con cualquiera después de ti y ahora te está cargando al niño!

            -Tú no la conoces, Julia. No sabes cómo es ella.

            -¿Y encima la defiendes? ¡No puedo creerlo!

            -Julia, por favor. No actúes como una niña.

            -¡Entonces tú tampoco! Por Dios, ¿esperas que reaccione bien cuando me confiesas que vas a tener un hijo con tu ex novia?

            -¡Julia! Sabes que te quiero, pero no puedo estar con dos chicas a la vez. Por eso vine para terminar contigo.

            -¿Y te vas a quedar con ella?

            -Un niño es un niño, Julia. No puedo dejar de atender mis obligaciones.

            -Bien, como quieras.

            -Bien… gracias por comprender. Así que, ha sido un gusto conocerte y pasar tiempo contigo. Adiós, Julia. Espero encontrarte después en la vida.

            Aaron salió sin decir nada más, y Julia no pudo tampoco pronunciar palabra.

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Pinche puta Julia --' hahahahaha Las amo! Ahora sí, las dejo aquí porque hoy me cortan el internet y no he terminado el cap. VII.

-Ana A.

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