viernes, 8 de noviembre de 2013

Tenías que ser tú - IV



            Aaron tocó el timbre de Andrea a las siete con treinta minutos, en punto. Andrea abrió la puerta y vio a Aaron con un esmoquin, tan guapo como hace tantos años. Tenía años de no verlo con un traje; él tenía años de no verla con un vestido. Andrea estaba lista; entonces, ambos se subieron al auto de Aaron y se dirigieron a la fiesta.

            En la fiesta, Aaron presentó a Andrea como su mejor amiga, y cuando le preguntaron sobre Julia, él simplemente hizo un gesto negativo con la cabeza.

            Cuando comenzó la música y se apagaron las luces, Aaron prefirió quedarse sentado a bailar, pero Andrea comenzó a bailar con uno de los amigos de Aaron. Siempre le había gustado bailar.

            Aaron se sentó con su grupo de amigos, y comenzaron a tomar un poco de cerveza, que era lo normal entre ellos en las fiestas. Comenzaron a platicar sobre los parciales, sobre sus ligues, sus chicas, etc. Aaron no le quitaba la vista a Andrea, sólo para asegurarse que nadie quisiera aprovecharse de ella ni algo parecido. Era su responsabilidad, aunque ella ya fuera mayor de edad.

            Después de un rato, Andrea y el amigo de Aaron llegaron a sentarse. Entonces, fue cuando Andrea comenzó a tomar cerveza. Aaron sólo la veía de reojo, ya que jamás la había visto tomar, y, por si acaso, debía controlarla. Andrea se tomó dos cervezas, y con esa cantidad de alcohol en su organismo, perdió la cabeza.
           
            Aaron estaba también borracho, así que no le prestó atención. Cuando Andrea lo sacó a bailar, Aaron no sospechó que algo estuviera mal. Y cuando sus labios se rozaron, tampoco lo sospechó.

            Para Andrea, ese roce de labios fue algo que había anhelado durante años, después de la ruptura. Ella simplemente se dejó llevar por las emociones del momento, estando mitad sobria y mitad ebria. Cuando Aaron la estrechó más a su cuerpo, ella se perdió en su mundo. Aunque, la verdad, se comenzaba a sentir cansada.

            Se quedaron bailando y besándose por un rato, y entonces, Andrea le susurró que fueran a casa, que quería descansar.

            Aaron se despidió de sus amigos, y aunque pensaron que él estaba borracho, consideraron que no era necesario llevarlo a casa. No estaba tan borracho.

            Ambos se subieron al auto, él en el asiento conductor, y ella, en el asiento del copiloto. Parecía que Aaron sabía que estaba ebrio, porque condujo bastante despacio para el edificio donde vivía Andrea. Llegaron ilesos, y cuando ambos bajaron del auto, Aaron acompañó a Andrea hasta su apartamento.

            -Bueno, Andrea –bostezó Aaron-, ya te traje a casa, en una sola pieza. Creo que debes descansar.

            -¡Aaron! –dijo ella-. Espera.

            -¿Qué pasa?

            -Estás borracho –rio-. Será peligroso. ¿Cómo hemos llegado? –No le dio oportunidad de responder-. ¿Sabes? Me siento mareada, ¿y si te quedas conmigo, Aaron? Me gustaría, ¡pero nada de tocarme, eeh!

            Aaron dejó su chaqueta en el sofá de Andrea, mientras ella iba dando tropezones hacia su habitación. Ya se había quitado los tacones; los llevaba en la mano.

            Aaron la siguió, sin poder apartar sus ojos de ella, sobre todo cuando se sentó al borde de su cama y torpemente, comenzó a quitarse el vestido plateado. Él se sentó a la par suya, y ayudó a sacarle el vestido por completo. Lo que no se esperaba, era que Andrea se volteara y comenzara a besarlo, como solían besarse cuando eran novios.

            Aaron no pudo resistirse, y no pudo detener el beso. En vez de eso, comenzó a besarla más, como si estuviera poseído por un deseo lujurioso. Nunca había tenido a Andrea tan vulnerable, como en ese momento, como para pasar a algo más. Nunca habían llegado a ese punto, debido a sus creencias, y el respeto que él le tenía.

            Andrea comenzó a desabrocharle la camisa, y él ayudó a sacársela del pantalón. Aaron se deshizo el nudo de la corbata, y se quitó el cinturón. Comenzó a besarla en el cuello, y ella ni siquiera sintió cuándo fue que él le quitó el sostén y comenzó a besar sus senos. Ella ni siquiera le pidió que no lo hiciera.

            Aaron recostó a Andrea levemente en la cama, y se subió sobre ella al tiempo que se bajaba la cremallera del pantalón y lo hacía a un lado. Estaban separados solamente por la ropa interior, y, aunque Aaron sabía que estaba cometiendo un error, no podía evitarlo. La deseaba, como siempre la había deseado.

            Aunque, esta vez, a diferencia de las otras veces en el pasado, podría llegar hasta el final.

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Aquí ya todo se pone interesante. :3 :3 :3 Las dejo con la duda. Las quiero! O/

-Ana A.

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