martes, 17 de enero de 2012

Don't You Want Me? - Chapter 5 - Café & capuccino.

El sábado por la mañana, Demi, Noah y Miley se encontraban en la sección de damas de un almacén, en un centro comercial. Demi las había llevado a ambas para que pudieran escoger cosas, pero Miley y Noah se mostraban algo apenadas. Demi creía saber el por qué.
-Mira, Miley -dijo Demi, tomando en sus manos un vestido-. ¡Este vestido te quedaría hermoso!
-Está bonito -susurró Miley-. Pero Demi...
-Deberías probártelo, Miley.
-No...
-¡Sí! Ven, vamos...

Miley fue arrastrada por Demi hacia los vestidores con el vestido. Minutos después, Miley salió del vestidor usando el vestido celeste y azul que su amiga le había dado.
-Oh... por Dios -susurró Demi con emoción-. ¡Noah! ¡Ven a ver esto!
Noah llegó y también se quedó impactada por cómo Miley se veía en el vestido.
-¡Wow! Te queda perfecto, hermana.
-Pero...
-No hay peros, Miley. Te compraré ese vestido. Ahora, Noah, ven conmigo.
Demi y Noah se alejaron, y Miley se quedó con la boca abierta. ¿Ella usando un vestido? ¡No!
-Hola -dijo alguien a su derecha, y ella se estremeció al reconocer esa voz masculina que siempre escuchaba en el Hospital. Volteó a ver, y se encontró con Nicholas Jonas-.
-Hola -susurró-. Con permiso, tengo que cambiarme...
-¿Por qué? Así estás linda.
Miley lo vio a los ojos, pero luego apartó la vista.
-Esto no es mío...
-Oh, ya entiendo, te lo estabas probando -sonrió-. Adelante, cámbiate.
-Gracias.

Miley entró en el vestidor y unos minutos luego salió, con su ropa, y con el vestido en sus manos.
-¿Qué está haciendo aquí, Doctor Jonas? -inquirió-.
-Pues... digamos que... quisiera comprarle un vestido a mi madre.
-Oh...
-Sí... bueno, ¿qué haces aquí? -comenzaron a caminar por los pasillos-.
-Demi nos trajo a mí y a mi hermana aquí, dice que nos quiere comprar cosas.
-Vaya...
-Dice que me comprará este vestido, pero yo casi no uso vestidos.
-Pero con ese te veías linda.
-Ah, ¿en serio?
-Sí, Miley. Yo creo que el celeste es tu color.
Miley sonrió y lo vio a los ojos.
-Gracias, Nick. Ahora... tengo que buscar a Demi. Y a mi hermana.
-¿Puedo ayudarte a buscarlas?
-Sí, claro.

Nick sacó su teléfono celular y llamó a su prima.
-¿Sí? -contestó-.
-Miley te está buscando.
-¿Qué haces con ella?
-La encontré aquí, en donde la dejaste...
Miley estaba riendo, viendo a Nick de reojo.
-¿En qué sección estás, Demi?
-Ya, vamos para allá -colgó-.

-Dice Demi que ya viene para acá.
Miley rio de nuevo.
-Está bien... ¿sabes? Las peleas de ustedes dos a veces dan risa.
-¿En serio?
-Sí... es que no lo sé, sí parecen hermanos.
Demi llegó, y luego vio a Nick.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó, quitándole a Miley el vestido de sus manos para pasarlos a las suyas-.
-Vine a comprarle un vestido a mamá, no creo que eso sea malo.
-Ajá. Bien, ya nos vamos. Adiós, Nicholas.
-Adiós, chicas -dijo mientras Demi arrastraba a Miley y Miley lo volteaba a ver-.

_*_

El lunes por la mañana, Nick comenzó a prestarle más atención a todo lo que Miley hacía. La forma en que caminaba, la forma en la que hablaba, la forma en la que interactuaba con los demás. Era una chica interesante. No era porque pensara que ella era la indicada, no... era que sentía curiosidad por ella, nada más.

Por su parte, Miley no se percataba de la atención que recibía de Nick. Parecía no importarle. Pero ella estaba peleando consigo misma. Era una batalla de su cerebro, que le decía que no se acercara a él; con su corazón, que le decía que lo intentara. Estaba confundida. Todo estaba pasando muy rápido. Tan sólo el viernes había aceptado que era atractivo y ahora estaba decidiendo entre si debía acercarse más a él o no.

Tal vez lo haría. No había nada de malo en acercarse al primo de Demi, sobre todo luego de decir que eran "amigos".

A veces era raro usar la palabra "amigos" para describir su relación. No eran tan amigos, pero tampoco eran dos desconocidos, ni mucho menos eran enemigos. ¿Entonces?
-¿Miley? -preguntó una voz masculina atrás de ella. Miley se dio la vuelta y quedó enfrente de Nick-.
-¿Sí, Doctor Jonas?
-Mira... quería preguntarte si... ¿podemos ir a tomar un café luego de que nuestro turno aquí termine?
-¿Un... un café? -Miley no sabía si había escuchado bien o no-.
-Sí, un café... ya sabes, si no estás muy ocupada.
-Pues... no, creo que no estoy muy ocupada. Pero no tengo mucho tiempo. Tengo que cuidar de mi hermanita y además ir a trabajar.
-Sólo será media hora, aproximadamente -dijo Nick encogiéndose de hombros-. ¿Vamos?
-Sí... claro que sí.

Al terminar el día, Nick y Miley se fueron juntos en el auto de Nick hacia un pequeño café cerca del Central Park [no era el mismo del cap. anterior! okno] mientras apenas platicaban, y sólo platicaban sobre cosas sin importancia. Llegaron, entonces, y se sentaron en el segundo nivel, en un balcón con vista al Central Park. Un mesero llegó y les tomó la orden: Miley pidió un café simple con un poco de leche y Nick un capuccino.
-Y bien -dijo Nick, luego del silencio-. ¿Entonces?
Miley se removió un poco incómoda en el sillón donde estaba sentada.
-Entonces... ¿qué?
-¿Quieres hablar?
-Ah... tú fuiste quien me invitó, ¿no?
-Sí, Miley, pero... ¿querrías hablar de algo? -Miley estaba visiblemente incómoda, y Nick lo notó-. ¿Quisieras hablar para conocernos?
-¿Te refieres a... hacernos preguntar el undo al otro para conocernos?
-Exactamente.
-Oh, bien... [x si no habían notado, Miles está nerviosa! uyyy! okno]
-Yo comienzo. Dime... ¿cuál es tu animal favorito?
-Yo... nunca he tenido una mascota -confesó, sonriendo-. Pero... me gustaría tener un gato.

Nick sonrió, divertido por la inocencia que Miley demostraba.
-¿Un gato? -le preguntó, y ella asintió-. Vaya, son lindos.
-¿Y tú?
-Pues... me gustan los perros. Pero no tengo uno.
-Vaya...
-Ahora... te toca a ti preguntar -dijo, viéndola a los ojos-.
-Bien -dijo, tratando de no aparentar nerviosismo, y preguntó lo primero que se le cruzó por la cabeza-. ¿Canción favorita?
-Hey, eso sí es difícil -ambos sonrieron-. No... no creo tener sólo una canción favorita, ¿tú?
-Yo creo que tampoco tengo una favorita.
-¿Sabes tocar algún instrumento?
-No -confesó Miley-. ¿Tú?
-La guitarra, el piano y la batería. De niño me interesaba mucho eso, aprendí rápido. Pero... luego crecí -sonrió-.
-Y te interesaron los autos y los deportes, ¿no?
-Y las chicas.
-Ah, sí -sonrió Miley-. [esa pequeña parte fue de The Lucky One! algo así era xD].

Miley ya comenzaba a relajarse. En ese momento, un mesero llegó con el café de ella y el capuccino de él. Se los dejó en la mesa y luego de retirarse, Miley tomó la taza y le dio un sorbo.
-Dime más de ti -dijo Nick, tomando su capuccino-.
-¿Más de mí? Pues... no sé qué más decir.
-¿Tienes algún pasatiempo, alguna habilidad oculta?
-Ah... no, creo que no.
-Pero debe de haber algo que te guste hacer que no es muy común, ¿no?
-Pues... la verdad es que no lo sé -rio-. Sólo sé que tengo una hermanita y que la tengo que cuidar... -al parecer, se arrepintió de decir esas palabras y luego se quedó callada viendo la ciudad-.
-¿Pasa algo? -preguntó Nick, estudiando su rostro-.
-No, no pasa nada -sonrió, viéndolo-. Es sólo que... hace mucho que nunca había tenido una conversación a solas con un chico.
-Oh, ¿en serio? ¿Cuánto tiempo? -quiso saber-.
-Toda mi vida -admitió, susurrando-.
-Entonces, ¿soy el primer chico con el que hablas a solas?
-Sí, lo eres -sonrió-. Pero ese no es el punto, ¿no? Mejor hablemos de otra cosa.
-Está bien -dijo Nick, aceptando el cambio de conversación-. Ah... ¿te gusta leer?
-¿Leer? Pues... sí, me gusta -sonrió levemente-. Pero... hace años que no he tenido la oportunidad de leer nada.
-Oh...
-Dime, ¿qué es lo mejor de ser un doctor?
-¿Lo mejor de ser un doctor? Pues... -Nick se acomodó la corbata [esperen llevaba traje?]-. Digamos, cuando hay personas muy enfermas, y sus familiares están muy preocupados... lo mejor es cuando sabes que la enfermedad del paciente tiene una cura y luego, decirle a los familiares que está bien y que no hay nada de qué preocuparse, y verlos sonreír, verlos abrazarse de felicidad... es una de las mejores cosas del mundo. Al menos, una de las mejores cosas de esta profesión.
-Vaya... veo que te gusta esto.
-Sí, me gusta mi trabajo. A ti también te gustará, Miley.
-Sí... me están gustando las prácticas -sonrió-, así que creo que me gustará mi trabajo también -dio otro trago al café-.
-Así que... ¿cuándo cumples 19?
-23 de Noviembre; faltan 11 meses para eso.
-Acabas de cumplir 18.
-Sí, hace 3 meses.
-¿Y qué te dieron de regalo?
-Nada. No recibo regalos de cumpleaños desde... los 12, creo [ustedes saben que para mate soy un asco!].
-¿Y por qué? -preguntó Nick-.

Miley volteó a ver hacia el Central Park de nuevo. De tan sólo pensar por qué había estado sola desde hace tanto tiempo hizo que unas lágrimas se acumularan en sus ojos. Pero hizo el intento de no llorar. En cambio, fingió una sonrisa y volteó la vista de nuevo, hacia Nick.
-En realidad no me gustaría hablar de eso -susurró-.
Nick entendió, y dio un sorbo a su capuccino.
-Bien. Dime, ¿dónde creciste?
-Aquí, en New York. Soy de aquí. Del Upper East Side.
-Y vives aquí también.
-Sí, aquí me quedé. Y creo que aquí me quedaré. Con Noah.
-¿Noah? -dudó Nick-.
-Mi hermanita. Ya sé que no es muy común ese nombre en una chica, pero por alguna extraña razón mis padres lo eligieron para ella.
-Sólo lo había escuchado en chicos -dijo Nick-.
-Y yo no conozco a ninguna otra chica que se llame Noah. Pero bueno...
-¿Tienes amigos?
-Sí. Demi. Ella es mi mejor amiga -sonrió-. Pero luego de ella... Lindsey y Valerie. Lindsey es la otra chica que trabaja en el mismo turno del restaurante que yo, y Valerie... tú ya la conoces -sonrió de nuevo-. Nada más.
-Vaya... ahora te toca a ti preguntar -dijo-.
-Está bien... ¿cómo se llaman tus amigos?
-Mmmm... pues... tenía uno que se llamaba Joshua, pero lo encontré besándose con mi ex hace unas semanas, así que él no cuenta.
-¿Tu ex? -interrumpió Miley-.
-Sí... su nombre era Delta. Es Delta -se corrigió-.
-¿Estás soltero?
-Sí -dijo, sonriendo-. Desde hace un mes.
-Oh, bien -reprimió una sonrisa-. Háblame de tus hermanos.
-¿Mis hermanos? -preguntó-.
-Sí, me gustaría saber...
-Oh... bien. Kevin es mi hermano mayor, él tiene 31 años. Joe es el segundo, tiene 29. Y yo soy el tercero, tengo 26. Kevin ya está casado, y viven en Queens, pero no tienen hijos todavía. Su esposa es un ángel, es una de las mejores personas que puedas llegar a conocer. Y Joe... bueno, Joe nunca ha tenido una relación formal con nadie, o eso creo. Cada fin de semana tiene una chica diferente para salir a cenar y a bailar. Creo que ya ha salido con todas las solteras de más de 18 y menos de 25 de Manhattan.
-Puede ser -sonrió-. ¿Y tú?
-¿Yo? Pues... casi no había tenido novias formales. Delta fue la segunda, y una chica llamada Alisson fue la primera. Pero luego, nadie. Lo de Alisson fue hace 3 años, y lo de Delta comenzó hace un año. Así que... -hubo un silencio-. ¿Y tú? ¿Has tenido novios?
-¿Yo? No, nunca.
-¿Ni si quiera en el kinder? -ambos rieron-.
-No, ni siquiera ahí. Digamos que me gusta estar sola... a veces.
-¿Te gusta estar sola?
-A veces. Digamos, hay momentos en los que sólo quiero encerrarme en mi habitación y estar sola, sin interrupciones de nadie. ¿Te pasa eso alguna vez?
-A veces...
-A veces -repitió Miley-. Vaya, creo que no somos tan diferentes, entonces.
-No, parece que no. ¿De qué sabor te gustan los helados?
-Chocolate, ¿tú?
-Vainilla. Casi no me gusta el Chocolate.
-¿No? ¿En serio? ¿Por qué no?
-No lo sé... pero casi no me gusta.
-A mí me encanta, es mi sabor preferido.
-¿Sí?
-Sí.
-Y... ¿comida preferida?
-Pues... sé que no es nada saludable, pero me encantan las papas fritas del restaurante -rie-. ¿Tú?
-Las hamburguesas del restaurante donde trabajas -sonrió-. Y la paella.

"Claro, como me lo dijo Demi..." -pensó Miley-.

-Y bueno, hablando del restaurante, ¿qué hora es ya? -preguntó Miley mientras tomaba otro sorbo de café-.
-Son las... -Nick alzó su muñeca y vio la hora en el reloj [Rolex! okno]-. Faltan 10 minutos para las 6. [o no sé! según esto el turno de Nick en el hospital termina a las 5:30, pero no me acuerdo].
Miley casi escupe el café [pero NO lo hizo] al escuchar la hora.
-Debes de estar bromeando.
-No, hablo en serio. ¿Pasa algo?
-En 10 minutos comienzo mi turno en el restaurante -dijo, para luego levantarse y agarrar su pequeña mochila-. Nick, gracias por esto. Gracias por el café, te lo pagaré otro día, ya tengo que irme...
-Espera -se levantó-. Yo puedo llevarte.

A Miley se le iluminaron los ojos por unos instantes.
-¿En serio?
-Sí, claro.
-Pero... tu capuccino... y la cuenta...
-Olvídalo, tengo una máquina de hacer capuccinos en mi casa. Además yo le daré a la Señora Parker una explicación del por qué de tu retraso, ¿sí? Y por qué no llevas el uniforme.
-Gracias Nick -sonrió-.

Nick dejó un billete de $100.00 en la mesa abajo de la taza de Miley, y ambos salieron disparados al estacionamiento. En lo que Nick ponía el auto en marcha dieron las 6 en punto, y Miley estaba muy nerviosa por lo que tal vez le diría la Sra. Parker. En el camino no dijeron nada ya que Miley estaba ansiosa y Nick trataba de conducir lo más rápido posible. Llegaron 10 minutos luego, y al aparcar el auto en el exterior del restaurante, Miley bajó corriendo y entró a la cafetería. A la primera persona a la que vio fue a Lindsey que se estaba haciendo cargo de una mesa, quien sólo la saludó y siguió con su trabajo. Nick entró justo detrás de ella, y también saludó a Lindsey. Miley y Nick se dirigieron hacia detrás de la barra, y entraron a la cocina. La Sra. Parker estaba hablando con unos cocineros, pero notó la presencia de ambos y fue hacia ellos.
-Miley, Nicholas -sonrió-.
-Señora Parker, lo siento, y le daré una explicación, se lo juro... -comenzó a decir Miley hasta que Nick la calló hablando más fuerte-.
-Lo que pasa es que... verá, Señora Parker. Invité a Miley a tomar un café a una pequeña cafetería, y hablamos allí bastante tiempo, así que se nos fue la noción del tiempo y... cuando vimos, ya sólo faltaban 10 minutos para las 6, nos apuramos en venir y... aquí estamos.
-Por favor, le juro que no fue mi culpa, si quiere me descuenta los 10 minutos que vine tarde, y también que vine sin uniforme, pero...
-A ver -dijo la Señora Parker-. Miley, claro que puedes trabajar así, sin uniforme. Sólo ponte un delantal y listo. Ah, y agárrate el cabello, cariño.
-Gracias -suspiró aliviada-. Perdón si está molesta, pe...
-Claro que no estoy molesta. Aunque apenas llevas un mes aquí, eres una chica muy eficiente. No pasa nada venir tarde una vez, ¿no?
Miley y Nick sonrieron.
-¿De dónde se conocen? -inquirió entonces-.
-Ah... yo soy doctor -dijo Nick, aunque la Sra. Parker ya lo sabía-, y ella es estudiante de medicina, y nos conocimos en el Hospital ya que ella está haciendo sus prácticas. Además ella es amiga de mi prima.
-Oh, bien -sonrió de nuevo-.

Un incómodo silencio se produjo, y entonces Miley se comenzó a retirar.
-Yo voy a buscar un delantal y una cola [para recogerse el cabello! no sé si les dirán así en otros países]. Con permiso... -Miley salió de la cocina-.
-Vaya, es una chica muy responsable -dijo la Sra. Parker-.
-Sí, sí que lo es.
-Y además es bonita, ¿no?
Nick dudó unos segundos antes de contestar.
-Sí. Es bonita [:'3].
-Bien... tengo que seguir trabajando -dijo la Sra. Parker-. Tú te puedes quedar el tiempo que quieras.

La Sra. Parker no dijo nada más y se fue. Nick salió de la cocina, y vio que Miley estaba limpiando una mesa. Se acercó a ella y colocó su mano en su espalda.
-¿Te importa si me quedo un rato? -preguntó-.
-No, no me importa -sonrió-. Tengo que trabajar. ¿Quieres algo de comer?
-No, sólo quiero una Coca-Cola. Que tenga hielo.
-Está bien.

Miley se alejó y luego, cuando ya llevaba la Coca-Cola, comenzó a sentir que algo estaba mal.

Y entonces, recordó.
Noah.

¡Dios, Noah!

Por pasar el tiempo con Nick no había podido decirle a su hermanita que estaba bien, ni la había ayudado con su tarea. No había ido a casa. Aunque se le ocurrió algo. Llegó hasta la mesa de Nick y dejó la Coca-Cola frente a él.
-¿Puedo pedirte un favor?
-¿Mmm? ¿Un favor?
-Sí, un favor grandísimo...
-Claro, dime Miley.
-Bien. Ya sabes que tengo una hermanita, ¿no? Y bueno, siempre llego a casa luego del Hospital, y la ayudo con la tarea, hago algo de comer... pero hoy no fui, y creo que estará preocupada, o algo. Así que... me estaba preguntando si...
-¿Si iría a tu casa para avisarle a tu hermanita que estás bien?
-Sí -sonrió-. Claro, si no es mucha molestia. Comprendería si dijeras que no.
-No hay ninguna molestia, Miley. Es lo que puedo hacer por una amiga, ¿no?
Miley suspiró, aliviada.
-Gracias. Te lo agradecería mucho. Sabes dónde es mi edificio, ¿no?
-Mmmm... creo que lo recuerdo.
-Sí. Bueno, es el piso 5, el apartamento 102... toca, y saldrá una chica de unos 15 años. Su nombre es Noah Cyrus, no lo olvides.
-No te preocupes, Miley. Bien. Creo entonces que me voy.
Miley sonrió.
-Gracias, en serio que gracias, Nick.
-No hay de qué, Miley.
Nick se levantó y le tendió la mano. Ella la tomó.
-Nos vemos mañana.
-Nos vemos mañana, Nick.
Nick tomó su soda en una mano, le dio a Miley un billete de $20.00, y le dijo que se quedara con el cambio.

Miley se quedó viendo la puerta luego de que él se fue.
-Es atractivo, ¿no? -preguntó la Sra. Parker, haciendo que Miley se volviera por un susto-.
-Sí, lo es -susurró, y sonrió-.

_*_

Al llegar al edificio donde Miley vivía, Nick se bajó de su auto con su vaso de Coca-Cola en la mano; entró y subió hasta el piso 5. Buscó el apartamento 102. Al encontrarlo llamó a la puerta, y una chica abrió.
-¿Sí? -preguntó suavemente-.
-Ah... ¿tú eres Noah Cyrus?
-Sí. ¿Y...?
-Mucho gusto -extendió la mano, y ella la tomó-. Mi nombre es Nicholas Jonas.
-¿Eres el primo de Demi?
-Vaya, creo que tu hermana habla sobre mí.
-En realidad ella casi no habla mucho. Soy yo la que le tengo que sacar la información -sonrió-.
-Bien... tu hermana y yo fuimos a tomar un café luego de terminar mi turno en el Hospital, y se nos hizo tarde. Ella se tuvo que ir inmediatamente a su trabajo y me pidió que te avisara... también que la disculparas por no venir.
-Oh, está bien -Noah sonrió-.
-Y bueno, eso. Sólo era eso. Ah... adiós.
-Adiós.

Nick enfiló hacia las escaleras y justo cuando Noah iba a cerrar la puerta, se volvió.
-¿Noah?
-¿Sí?
-Una cosa más... ¿le podrías decir a tu hermana que me la pasé muy bien hoy platicando con ella?
Noah sonrió.
-Sí, claro que sí.
-Gracias -ambos sonrieron-.

Nick salió del edificio unos minutos luego. Al subirse al auto, comenzó a pensar cómo era posible que se sintiera atraído a una chica que conocía desde hace 1 mes.

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Qué capítulo más...... Hola (? Una cosa! Si el cap. no está muy bueno ni nada es que :S no he tenido inspiración! Juro, en 18 días sólo llevaba escritas 2 páginas... PUEDEN CREERLO?! 18 DÍAS! 2 PÁGINAS! D: okya. Pero hoy es mi último día libre así que desde anoche me puse a escribir mucho! LOL & lo peor es que había escrito varias cosas hoy de este cap. & argh! La compu se apagó xq se sobrecalentó la batería o algo así & blah blah... es como si se fuera la luz & fuera una compu de escritorio... el punto es que no me guardó mi documento D: quise matar a alguien! Bueno, lo reescribí un poco. & x eso es que no está tan bueno.... Eso. (: SOY BUENA TRABAJANDO BAJO PRESIÓN!


Hay una pequeña parte donde dice "Miley casi escupe el café....." & eso, LO SIENTO! Lo escribí en presente & es en pasado, así de "Miley casi escupió el café....." pero... es que... si lo corrijo, Blogger me borra la entrada. .-. lo sé! qué horror... lo siento. u.u Hasta ahora me di cuenta, ha!

Estoy leyendo "Sueña", de Lisa McMann, de la trilogía "Sueña". (? Muy hermoso libro! Se los recomiendo. :D Además que Miley se supone va a protagonizar la saga, ohsiiii.

CHICAS! Mañana es mi primer día de clases! asdfghjkl so excited :'D hahaha tengo una agenda de Chococat :D & ya que hoy es mi último día libre, quería dejarles cap. de esta nove, ya que pues... no creo poder publicar tan seguido ya que... es tercero básico! Tendré física fundamental, química, & un montón de cosas que no entiendo. o.O además que tengo que aprender un poco de música porque... el colegio donde estaré el otro año, o sea, en carrera, es para maestros de música, & no puedo entrar sin saber ni siquiera un acorde, no? ._. Además que es algo caro (? ahorraré :D LOL. Estaré 100% libre hasta diciembre... ya que en Noviembre son los exámenes de admisión! ._. & bueno, eso. Pero es música. <3 :D No creo que mi vida les interese mucho. :P

Hey! Es cierto que ya se confirmó lo del Unbroken tour? :'| Creo que Demi no vendrá a mi país. *llorando en el piso*. D'''''':

1. ¿Les gustó el cap.? ._.
2. ¿Parte favorita?
3. ¿Qué creen que pasará?
4. ¿Les gusta el nombre 'Sophia Sky Green'? Help me!
5. Escriban algo. :D

Yo... yo creo que eso es todo. EXTRÁÑENME! okno. Las amo a todas, ¿lo saben? <3 ¿Vieron a Miley en los PCA? ¡DIOS! ¡SE MIRABA HERMOSA! :'D Menos el mono... PERO ES QUE MILEY SE VEÍA HERRRRRRMOSAAAAAA!!!!!!! COMO A NICK LE GUSTA!!!!! :'D okya.

Bien, las amo, & NUNCA DEJEN DE CREER! :D atte: AIMiller/NickyAB.

PS: Quiero más de 6 comentarios! :P

domingo, 15 de enero de 2012

True Believer - Chapter 12

—¡Vaya por Dios! ¡Pero si es mi queridísimo amigo! —gritó Alvin a través del teléfono—. ¿Cómo te va la vida por el sur?
A pesar de que el teléfono móvil de Nick sufría interferencias, Alvin sonaba extraordinariamente alegre.
—Oh, muy bien. Te llamaba para ver si todavía estás interesado en venir a ayudarme con la historia de los fantasmas.
—¡Ahora mismo estaba haciendo la maleta! —repuso Alvin, con un tono de voz exultante—. Nate me llamó hace una hora y me lo contó todo. Nos veremos en el Greenleaf esta noche; Nate ha hecho la reserva. Mi avión sale de aquí a un par de horas, y créeme si te digo que me muero de ganas por llegar. Unos cuantos días trabajando más aquí y te juro que me habría vuelto tarumba.
—¿Por qué? ¿Qué pasa?
—¿No has leído los periódicos ni has visto las noticias por la tele?
—Claro que sí. He leído el Boone Creek Weekly de cabo a rabo.
—¿El qué?
—Nada, olvídalo; no es importante —aclaró Nick.
—Desde que te marchaste, el viento no ha dejado de soplar. Las consecuencias han sido devastadoras —informó Alvin—. Y me refiero a una ventisca del Polo Norte, de esas en las que ni siquiera la nariz roja de Rudolph sirve para nada... Ya sabes, Rudolph..., el reno de Papá Noel... ¡Qué chiste más bueno!, ¿eh? Bueno, como te decía, la isla de Manhattan ha quedado prácticamente sepultada. Te largaste justo a tiempo. Desde que te marchaste, hoy es el primer día que los aviones están saliendo más o menos a la hora prevista. He tenido que recurrir a mis influyentes para conseguir el vuelo que quería. ¿Cómo es posible que no le hayas enterado?

Mientras Alvin hablaba, Nick pulsaba algunas teclas del ordenador para acceder al Canal del Tiempo a través de internet. En el mapa de Estados Unidos que apareció en pantalla, la zona del nordeste no era más que una tupida mancha blanca.

«Caramba. ¿Quién se lo iba a imaginar?», pensó.
—Es que he estado muy ocupado —balbuceó a modo de excusa.
—¡Ya! Pues a mí me parece que has estado escurriendo el bulto —comentó Alvin—. Pero espero que la chica valga la pena.
—¿De qué estás hablando?
—A mí no me engañas, chaval. Somos amigos, ¿recuerdas? Nate estaba al borde de un ataque de nervios porque no conseguía contactar contigo; tú no has leído la prensa, ni tampoco has mirado las noticias. Ambos sabemos lo que eso significa. Siempre actúas igual cuando conoces a un nuevo pimpollo.
—Mira, Alvin...
—¿Es guapa? Me apuesto lo que quieras a que sí. Siempre te han gustado las más espectaculares. Qué rabia que me da...

Nick dudó antes de responder, pero al final acabó por ceder. Si Alvin iba a venir, era mejor que se lo contara cuanto antes.
—Sí, es muy guapa. Pero no es lo que crees. Sólo somos amigos.
—¡Anda ya! —espetó Alvin, riendo—. Lo que pasa es que tu idea de amistad no coincide con la mía.
—No, esta vez es distinto —reconoció Nick.
—¿Tiene hermanas? —preguntó Alvin, ignorando el comentario.
—No.
—Pero tendrá alguna amiga, supongo. Y te recuerdo que no estoy interesado en bailar con la más fea.
Nick notó un incipiente dolor de cabeza, y su tono de voz cambió de forma radical.
—Mira, no estoy de humor para esas tonterías, ¿vale?

Alvin se quedó mudo al otro lado del aparato.
—¿Qué te pasa? Simplemente estaba bromeando.
—Lo que me pasa es que no me hacen gracia algunas de tus bromas.
—Te gusta, ¿eh?
—Ya te he dicho que sólo somos amigos.
—No te creo. Te estás enamorando como un pardillo.
—No —replicó Nick.
—Te conozco como si te hubiera parido, así que no intentes negarlo. Y me parece genial; raro, pero genial. Desgraciadamente, tendremos que continuar hablando de este tema tan interesante más tarde, porque si no, perderé el avión. El tráfico está fatal, como puedes imaginar. Pero de verdad, me muero de ganas por ver a la mujer que finalmente ha conseguido domarte.
—No me ha domado —protestó Nick—. ¿Por qué no haces el favor de escucharme?
—Pero si es lo que estoy haciendo. Lo que sucede es que también oigo las cosas que no quieres contarme.
—Bueno, dejémoslo ahí, ¿vale? ¿Cuándo llegarás?
—Hacia las siete de la tarde. Nos vemos luego, ¿de acuerdo? Ah, y salúdala de mi parte. Dile que me muero de ganas por conocerla, a ella y a su amiga...

Nick colgó antes de que Alvin tuviera la oportunidad de acabar, y, como si quisiera rematar el incómodo diálogo, introdujo el móvil en el fondo del bolsillo.

Por eso lo había mantenido desconectado. Debía de haber sido una decisión del subconsciente, basada en el hecho que sus dos mejores amigos a veces mostraban una tendencia a ser unos auténticos pesados. Primero Nate, el conejito incombustible de las pilas Energizer y su interminable búsqueda de la fama. Y ahora esto.

Alvin no tenía ni idea de acerca de qué estaba hablando. Quizá habían sido amigos en el pasado, habían pasado muchos viernes por la noche mirando a mujeres descaradamente por encima de las jarras de cerveza, a lo mejor habían hablado sobre temas trascendentales durante horas y, sin lugar a dudas, Alvin había llegado a creer que tenía razón. Pero en esta ocasión no era así, simplemente porque no podía serlo.

Después de todo, los hechos hablaban por sí solos. Básicamente, porque Nick no había amado a ninguna mujer desde hacía una eternidad, y a pesar de que había llovido mucho desde la última vez que estuvo enamorado, todavía recordaba lo que había sentido. Estaba seguro de que habría reconocido ese sentimiento de nuevo, y francamente, no era así. Y puesto que prácticamente acababa de conocer a Miley, la idea le parecía absolutamente ridícula. Incluso su madre, italiana de pura cepa y exageradamente sentimental, no creía en el amor a primera vista. Como con sus hermanos y sus cuñadas, su madre sólo deseaba que Nick se casara y tuviera hijos; pero si él apareciera por la puerta y anunciara que había conocido a la mujer de su vida dos día antes, su madre le propinaría un fuerte escobazo, proferiría insultos en italiano, y lo arrastraría derechito a la iglesia, convencida de que le ocultaba algunos pecados más serios que necesitaban ser confesados.

Su madre conocía a los hombres. Se había casado con uno, había criado a sus seis hijos —todos varones—, y tenía la certeza de que lo había visto todo. Sabía exactamente qué era lo que los hombres pensaban cuando miraban a una mujer, y a pesar de que se fiaba más del sentido común que de la ciencia, estaba completamente segura de que era imposible enamorarse en tan sólo un par de días. El amor podía ser un dispositivo que se disparaba rápidamente, pero el verdadero amor necesitaba tiempo para madurar hasta convertirse en algo más fuerte y duradero. El amor era, por encima de todo, un sentimiento que requería compromiso y dedicación y la creencia de que el compartir años con una determinada persona derivaría a algo más trascendental que la suma de lo que las dos almas podrían conseguir por separado. Únicamente el tiempo, sin embargo, sería capaz de demostrar si uno había tomado la decisión acertada al elegir a su pareja.

La lujuria, en cambio, podía suceder casi instantáneamente, y ése era el motivo por el que su madre le habría pegado con la escoba. Para ella, la descripción de lujuria era simple: dos personas se dan cuenta de que son compatibles, nace una atracción entre ellas y se activa el instinto primitivo de preservar la especie. Y todo eso significaba que mientras la lujuria era una posibilidad, él no podía amar a Miley.

Así estaban las cosas. Caso cerrado. Alvin se equivocaba, Nick tenía razón, y de nuevo la verdad le daba alas para ser libre. Sonrió con satisfacción por un momento antes de fruncir el ceño.

Sin embargo...

Bueno, la cuestión era que tampoco estaba seguro de que fuera lujuria lo que sentía por Miley, al menos no esa mañana. Porque más que desear abrazarla o besarla, simplemente sentía unas inmensas ganas de volver a verla, de pasar un rato con ella, de hablar con ella. Quería ver esa divertida mueca de fastidio cuando él soltaba alguna tontería, quería volver a sentir la calidez de su mano sobre su brazo como el día previo. Deseaba observar cómo se arreglaba nerviosamente el pelo detrás de la oreja, y escucharla mientras ella le contaba anécdotas de su infancia. Anhelaba preguntarle cuáles eran sus sueños y sus esperanzas para el futuro, descubrir sus secretos.

No obstante, eso no era lo más extraño de todo. Lo más extraño era que no podía percibir un motivo oculto para sus impulsos. Cierto, no diría que no si Miley le insinuara que quería acostarse con él, pero aunque ella no quisiera, con sólo pasar un rato con ella se daba por satisfecho, al menos de momento.

En el fondo, simplemente le faltaba un motivo oculto. Ya había tomado la decisión de que nunca más pondría a Miley en un aprieto, como había hecho la noche previa. Se requería un enorme coraje, más del que él tenía, para decir lo que ella había dicho. Después de todo, en los dos días que hacía que se conocían, Nick no había sido capaz de contarle que ya había estado casado.

Pero si eso no era amor ni tampoco parecía que fuera lujuria, ¿qué era? ¿Que le gustaba Miley? Por supuesto; pero esa explicación tampoco definía exactamente lo que sentía. Era demasiado imprecisa. A la gente le gustaban los helados; a la gente le gustaba mirar la tele. No, era una expresión demasiado vaga, y francamente no reflejaba por qué, por primera vez, él sentía la necesidad de contarle a alguien la verdad sobre su divorcio. Sus hermanos no sabían el motivo, ni tampoco sus padres. Pero, si bien no sabía por qué, no podía dejar de pensar que deseaba contárselo a Miley; y justo en ese momento ella se hallaba en algún lugar que él desconocía.

Dos minutos más tarde sonó el teléfono de Nick, y él reconoció el número en la pantalla de su móvil. A pesar de que no estaba de humor, sabía que tenía que contestar, o si no a ese pobre hombre le daría un ataque al corazón.
—¿Qué tal? —saludó Nick—. ¿Cómo te encuentras?
—¡Nick! —gritó Nate. La voz llegaba entrecortada a causa de las interferencias—. ¡Tengo unas noticias increíbles! ¡No te vas a creer lo ocupado que he estado! ¡Esto es peor que una casa de locos! ¡He concertado una teleconferencia con los de la ABC a las dos del mediodía!
—Genial —respondió Nick.
—Espera, un momento. Te oigo fatal.
—Lo siento. Es por la escasa cobertura.
—¿Nick? ¿Estás ahí? No te oigo.
—Sí, Nate, estoy aquí.
—¿Nick? —gritó Nate. Obviamente no había oído su respuesta—. Escucha, si todavía me oyes, busca un teléfono público y llámame a las dos. ¡A las dos! ¡Tu carrera profesional depende de esa llamada! ¡Tu futuro profesional depende de esa llamada!
—Vale, de acuerdo.
—¡Oh, no me lo puedo creer! ¡Qué desastre! —exclamó Nate contrariado, como si hablara consigo mismo—. No oigo nada. Escucha, pulsa una tecla si has entendido todo lo que he dicho.

Nick pulsó la tecla del número 6.
—¡Fantástico! ¡Perfecto! ¡A las dos! ¡Y habla con la máxima naturalidad posible!, ¿vale? Esta gente parece bastante estirada y...
Nick cortó la llamada, preguntándose cuánto tiempo tardaría Nate en darse cuenta de que ya no lo escuchaba.
 

Nick esperó. Luego esperó un rato más.

Se paseó por la biblioteca, pasó por delante del despacho de Miley, miró por la ventana para ver si había señales de su coche, sintiendo una creciente sensación de inquietud a medida que transcurrían los minutos. Sólo era una corazonada, pero que Miley se hubiera ausentado esa mañana le parecía bastante extraño. No obstante, hizo todo lo posible por convencerse a sí mismo de que se equivocaba. Se dijo que tarde o temprano aparecería, y probablemente más tarde se reiría de su ridícula corazonada. Sin embargo, ahora que había concluido su búsqueda —a no ser que le interesara la posibilidad de hallar alguna anécdota excepcional en alguno de los diarios, que por cierto todavía no había acabado de leer—, no sabía qué hacer.

Regresar a Greenleaf quedaba descartado. No quería pasar más rato del necesario en ese lugar, aunque tenía que admitir que le empezaban a gustar los extravagantes toalleros. Alvin no llegaría hasta la tarde, y lo último que deseaba era merodear por el pueblo, ante el temor de que el alcalde lo acorralara. Pero tampoco quería pasarse todo el día encerrado en la biblioteca.

Deseó que Miley hubiera sido un poco más explícita sobre cuándo pensaba volver, o al menos que le hubiera indicado dónde estaba. Había algo en la nota que no acababa de encajar, ni incluso después de haberla leído por tercera vez. ¿Miley no se había parado a pensar en la absoluta falta de detalles del mensaje, o acaso lo había hecho adrede? Ninguna de las dos opciones le hizo sentirse mejor. Tenía que salir de ese edificio; le costaba horrores no pensar en lo peor.

Recogió sus cosas, bajó las escaleras y se detuvo delante del mostrador de recepción. La anciana que hacía las veces de conserje permanecía oculta detrás de un libro. Nick carraspeó para llamar su atención. La mujer levantó la vista y sonrió.
—¡Hombre, señor Jonas! Le he visto cuando llegaba esta mañana, pero no le he dicho nada porque parecía preocupado. ¿En qué puedo ayudarle?

Nick apretó las notas debajo del brazo e intentó hablar con un tono lo más distendido posible.
—¿Sabe dónde está la señorita Cyrus? Me ha dejado una nota diciéndome que tenía que salir, y me preguntaba cuándo volverá.
—¡Qué curioso! —exclamó ella—. Estaba aquí cuando llegué. —Revisó un calendario que había sobre el mostrador—. Hoy no tiene ninguna reunión, y tampoco veo que haya anotado ninguna otra cita. ¿Ha mirado en su despacho? Igual se ha encerrado ahí dentro. A veces lo hace, cuando se le empieza a amontonar el trabajo.
—Ya lo he hecho —confirmó él—. ¿Sabe si tiene un teléfono móvil para que pueda localizarla?
—No, no tiene móvil; de eso estoy más que segura. Siempre dice lo mismo, que lo último que quiere es que alguien la encuentre cuando ella no desea ser encontrada.
—Entiendo. Bueno, gracias de todos modos.
—¿Hay algo que pueda hacer por usted?
—No, sólo necesitaba la ayuda de la señorita Cyrus para el proyecto que estoy llevando a cabo.
—Siento no poder ayudarle.
—No se preocupe.
—¿Por qué no se pasa por el Herbs? Igual está allí, ayudando a Doris a prepararlo todo para este fin de semana. O quizá se ha ido a su casa. El problema con Miley es que uno nunca sabe qué es lo que piensa hacer. A mí ya no me sorprende nada de lo que hace esa muchacha.
—Gracias. Si regresa, ¿me hará el favor de decirle que la he estado buscando?

Nick se marchó de la biblioteca con un profundo desasosiego.
 

Antes de dirigirse al Herbs, Nick pasó por la casa de Miley, y se fijó en que las cortinas de la ventana estaban echadas y que no había rastro de su coche. Aunque no observó nada extraordinario en la escena que tenía delante, de nuevo le pareció que algo no iba bien, y la sensación de intranquilidad se acrecentó cuando condujo de vuelta por la carretera hacia el pueblo.

El trajín matutino en el Herbs había culminado, y el restaurante ofrecía el ambiente de calma contenida que siempre hay en esa clase de locales entre el desayuno y el almuerzo, cuando es hora de recoger todas las mesas y prepararlas para el siguiente turno. El personal superaba a los clientes que todavía ocupaban unas pocas mesas en una proporción de cuatro contra uno, y Nick sólo necesitó un momento para comprobar que Miley tampoco se hallaba allí. Demi estaba limpiando una mesa y, al verlo, alzó el trapo que tenía en la mano a modo de saludo.
—¿Qué tal, corazón? —le dijo al tiempo que se le acercaba—, Es un poco tarde, pero estoy segura de que todavía podemos prepararte algo para desayunar, si tienes hambre.

Nick jugueteó con las llaves dentro del bolsillo.
—No, gracias. No tengo hambre. ¿Está Doris? Me gustaría hablar un momento con ella.
—Otra vez la necesitas, ¿eh? —Demi sonrió y con la cabeza señaló hacia la cocina por encima del hombro—. Está ahí dentro. Voy a decirle que estás aquí. Ah, y cambiando de tema, menudo exitazo la fiestecita de anoche. Todo el mundo hablaba de eso esta mañana, y el alcalde se ha dejado caer por aquí para ver si te habías recuperado. Me ha dado la impresión de que se ha quedado bastante decepcionado al no verte.
—La verdad es que me lo pasé estupendamente.
—Mientras esperas, ¿quieres que te sirva una taza de té o de café?
—No, gracias —contestó él.

Demi desapareció detrás de las puertas oscilantes, y un minuto más tarde apareció Doris, secándose las manos en el delantal. Tenía una mejilla sucia de harina, pero incluso a distancia, Nick pudo distinguir las ojeras que denotaban su cansancio, y parecía moverse más lentamente que de costumbre.
—Perdón por la apariencia —se disculpó ella, señalándose a sí misma—. Me has pillado preparando la masa para las tartas. Voy un poco retrasada con los preparativos, por lo de la cena de anoche. Necesitaré bastantes horas para tenerlo todo listo antes de que la marabunta inunde el local mañana.
Nick recordó lo que Miley le había dicho y preguntó:
—¿Cuántas personas crees que vendrán el fin de semana?
— ¡Quién sabe! —respondió ella—. Normalmente llegan unas doscientas personas por lo de la gira, a veces incluso más. El alcalde esperaba poder reunir aproximadamente a un millar de personas para la gira de este año, pero siempre me resulta complicado calcular cuántos vendrán a desayunar y a almorzar.
—Si el alcalde tiene razón, este año la congregación será desorbitada, en comparación con otros años.
—Bueno, Tom siempre tiende a ser demasiado optimista, y por eso mismo tiene la necesidad de crear una sensación de premura, para que todo esté listo. Además, incluso si la gente no se apunta a la gira, a todos les gusta asistir al desfile del sábado para ver a la familia Shriner al completo, exhibiendo sus innumerables coches, ¿sabes? A los niños les encanta. Y este año también organizarán un zoo de animales domésticos por primera vez.
—¡Vaya, cuántas actividades!
—Sería mucho mejor si no cayera en pleno invierno. El festival de Pamlico siempre atrae a más gente, pero claro, es en junio, y nosotros normalmente tenemos uno de esos carnavales itinerantes que abre las puertas ese mismo fin de semana. Son días en que un comerciante puede hacerse rico o arruinarse por completo. Me refiero al estrés que originan. Estoy hablando de un montaje diez veces superior a lo que yo estoy preparando ahora.
Nick sonrió.
—La vida aquí nunca deja de sorprenderme.
—Ah, uno nunca sabe si le gustará hasta que no lo prueba, aunque tengo la impresión de que a ti te agradaría vivir aquí.

Doris dijo la frase en un tono asertivo, como si estuviera poniendo a Nick a prueba, y él no estuvo seguro de qué responder. Detrás de ellos, Demi estaba enfrascada limpiando una mesa mientras charlaba animadamente con el cocinero, que se hallaba en la otra punta de la sala. Ambos se reían de las constantes ocurrencias del uno y del otro.
—Bueno, de todos modos —continuó Doris, intentándolo sacar del compromiso de responder—, estoy muy contenta de que hayas venido. Miley me explicó que te había contado lo de mi libreta. Dijo que probablemente no creerás ni una sola de las entradas que contiene; pero si te apetece consultarla, estaré más que encantada de enseñártela. La tengo ahí detrás, en la cocina. —Me gustaría echarle un vistazo —confesó él—. Miley me comentó que habías anotado hasta el más mínimo detalle de todos los casos.
—Así es. Quizá no esté a la altura de lo que puedas esperar de una base de datos informática, pero la verdad es que jamás pensé que a nadie le interesaría leerlo.
—Seguro que me sorprenderá. Y hablando de Miley, precisamente ése es el motivo de mi visita. ¿La has visto esta mañana? No está en la biblioteca.
Doris asintió.
—Pasó por mi casa muy temprano. Por eso he traído la libreta. Me contó que visteis las luces ayer por la noche.
—Sí, así es.
—¿Y?
—Fue una experiencia increíble. Pero tal y como tú aseguras, no se trata de fantasmas.

Ella lo miró con cara de satisfacción.
—Me da la impresión de que ya has averiguado el motivo; si no, no estarías aquí.
—Creo que sí.
—Perfecto —dijo Doris. A continuación hizo una señal por encima del hombro—. Siento no poder quedarme más rato a charlar contigo, pero estoy muy ocupada. Si te parece bien, iré a buscar la libreta. Quién sabe, a lo mejor te da por escribir una historia sobre mis poderes sobrenaturales cuando acabes con la de los fantasmas.
—Nunca se sabe —se rio él.

Mientras Nick observaba cómo Doris desaparecía en la cocina, se puso a pensar en la conversación que acababan de mantener. Había sido muy agradable, pero curiosamente impersonal. Y cayó en la cuenta de que Doris no había contestado realmente a su pregunta sobre el paradero de Miley. Al final no había logrado averiguar nada, lo cual parecía sugerir que —por alguna razón—, de repente, Doris no deseaba hablar sobre Miley. Y eso no le daba buena espina. Levantó la vista y vio que se acercaba de nuevo a la mesa. Esbozaba la misma sonrisa agradable que antes, pero esta vez Nick sintió una sensación de malestar en el estómago.
—Bueno, si tienes alguna pregunta sobre las entradas —dijo ella, entregándole la libreta—, no dudes en llamarme. Y si quieres, puedes copiar lo que quieras; sólo te pido que me la devuelvas antes de que te marches. Le tengo mucho aprecio.
—Así lo haré —prometió él.

Doris se quedó de pie delante de él, y Nick tuvo la impresión de que era su forma de indicarle que la conversación estaba a punto de terminar. En cambio, él no pensaba dar el brazo a torcer tan fácilmente.
—Una cosa más —agregó Nick.
—¿Sí?
—¿Te parece bien si le devuelvo la libreta a Miley, si la veo hoy?
—Ningún problema —respondió ella—. De todos modos, ya sabes dónde encontrarme, por si acaso.
Nick comprendió la indirecta y sintió que el estómago se le encogía todavía más.
—¿Ha mencionado algo sobre mí cuando la has visto esta mañana? —preguntó él.
—No, no me ha contado casi nada. Sin embargo, me ha dicho que seguramente pasarías por aquí.
—¿Estaba bien?
—A veces —empezó Doris lentamente, como si estuviera midiendo las palabras— comprender a Miley es difícil, así que no estoy segura de si puedo responderte o no. Aunque creo que se recuperará, si eso es lo que te interesa.
—¿Estaba enojada conmigo?
—No, de eso sí que estoy segura. No estaba enojada.

Esperando recibir más información, Nick no dijo nada. Un silencio incómodo se formó entre ellos, y Doris lanzó un prolongado suspiro. Por primera vez desde que se habían conocido, Nick se fijó en que las arrugas alrededor de sus ojos delataban su edad.
—Me gustas, Nick, y lo sabes —declaró ella con una voz suave—. Pero me estás poniendo entre la espada y la pared. Tienes que comprender que soy leal a ciertas personas, y Miley es una de ellas.
—¿Y eso qué significa? —preguntó él, notando una repentina sequedad en la boca.
—Significa que sé lo que quieres y lo que estás intentando averiguar, pero no puedo contestarte. Lo único que puedo decirte es que si Miley hubiera deseado que tú supieras dónde estaba, te lo habría dicho.
—¿La veré de nuevo, antes de irme?
—No lo sé. Supongo que eso lo decidirá ella.
Con ese comentario, Nick empezó a asimilar que Miley se había marchado del pueblo.
—No entiendo por qué ha reaccionado de ese modo —dijo Nick, consternado.
Doris sonrió con tristeza.
—Sí —contestó ella—, creo que sí que lo entiendes.
 

Miley se había ido.

Como un eco, las palabras resonaban en su cabeza una y otra vez. Sentado detrás del volante y de vuelta al Greenleaf, Nick intentó analizar los hechos con serenidad. No se alarmó. Jamás sentía pánico. Las ganas que le habían entrado de sonsacarle a Doris el paradero de Miley no tenían importancia, ni tampoco la sensación de desesperación que lo había invadido, simplemente dio las gracias a Doris por su ayuda y se dirigió al coche, como si no hubiera esperado nada diferente.

Y además, se recordó a sí mismo, no había razón alguna para alarmarse. A Miley no le había sucedido nada grave. Simplemente no quería volver a verlo, y eso le dolía. Quizá debería de haberlo supuesto. Le había pedido demasiado, incluso cuando ella le dejó perfectamente claro desde el principio que no estaba interesada en él.

Sacudió enérgicamente la cabeza, pensando que no le extrañaba que ella se hubiera ido. Aunque pudiera ser moderna en ciertos aspectos, en otros era tradicional, y probablemente estaba cansada de tener que hacer frente a sus tácticas seductoras tan transparentes. Probablemente para ella resultaba mucho más fácil marcharse del pueblo que tener que dar explicaciones a alguien como él.

Así pues, ¿qué pensaba hacer? Quizá Miley regresara, o quizá no. Si regresaba, perfecto. Pero si no..., bueno, ahí era cuando empezaba a complicarse todo. Podía quedarse de brazos cruzados y aceptar su decisión, o podía ir a buscarla. Si en algo era diestro era en encontrar a gente. Con la ayuda de información pública, de conversaciones amistosas y de las páginas electrónicas adecuadas, había aprendido cómo seguir la pista de alguien hasta llegar a su mismísima puerta. Sin embargo, pensaba que con Miley no sería necesario recurrir a todas esas artimañas. Después de todo, ella misma le había dado la respuesta que necesitaba. Sí, estaba seguro de que sabía su paradero; lo cual significaba que podía afrontar la cuestión del modo que quisiera.

De nuevo no supo qué pensar.

El hecho de poder afrontar la cuestión no logró aliviarlo de la angustia que sentía. Se recordó a sí mismo que en un par de horas tenía una teleconferencia pendiente, una con importantes ramificaciones para su carrera periodística, y si se marchaba a buscar a Miley, probablemente no sería capaz de hallar una cabina telefónica en el momento preciso. Alvin llegaría esa misma tarde —posiblemente la última de las noches con niebla—, y a pesar de que su amigo podía encargarse de la filmación solo, tendrían que ponerse a trabajar juntos a la mañana siguiente. Además, tampoco podía olvidar que necesitaba dormir un rato, ya que sin duda se avecinaba otra larga noche, y podía sentir el peso del cansancio hasta en el hueso más diminuto de su cuerpo.

Por otro lado, no quería que la historia con Miley acabara de ese modo. Quería ver a Miley, necesitaba verla. Una vocecita en su interior le ordenaba que no se dejara llevar por las emociones y, racionalmente, sabía que no podía esperar nada bueno si salía disparado a buscarla. Aunque la encontrara, probablemente ella no le haría ni caso, o peor aún, pensaría que era un perturbado. Y mientras tanto, a Nate seguramente le daría un síncope, Alvin se sentiría abandonado y furioso, y él echaría por la ventana la historia de los fantasmas y su brillante futuro profesional.

Al final la decisión era más que sencilla. Aparcó el coche delante del búngalo que ocupaba en el Greenleaf, y asintió con cara de satisfacción. Haber analizado la cuestión bajo ese prisma le había permitido ver con claridad lo que tenía que hacer. Después de todo, no se había pasado los últimos quince años recurriendo a la lógica y a la ciencia sin aprender nada en todo el proceso.

Ahora, se dijo a sí mismo, todo lo que tenía que hacer era preparar la maleta.

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Hola! (? Estoy publicando de esta novela porque... es sólo copiar, pegar & editar. :B OHSIII. LOL. Hoy son los Golden Globes :D creo son en TNT, aunque ni idea de a qué hora empiezan xq lo estoy viendo nada D: aún... hahaha okya. (: Bien, eso es todo. :P

Bye, las amo & NUNCA DEJEN DE CREER! atte: AIMiller / Nicky AB. <3

viernes, 13 de enero de 2012

True Believer - Chapter 11

Los pájaros trinaban, la niebla empezaba a disiparse, y un mapache atravesó corriendo el porche del búngalo justo en el momento en que el teléfono móvil de Nick empezó a sonar. La luz matinal, opaca y gris, se colaba a través de las cortinas deshilachadas, dándole de lleno en un ojo como si fuera un puñetazo propinado por un boxeador profesional.

Echó un vistazo al reloj. Eran las ocho de la mañana; demasiado pronto para hablar con nadie, especialmente después de una larga noche. Se estaba haciendo viejo para esos trotes, y antes de responder la llamada, soltó un bufido.
—Será mejor que se trate de algo importante —musitó.
—¿Nick? ¿Eres tú? ¿Dónde diablos te habías metido? ¿Por qué no me has llamado? ¡He intentado contactar contigo un millón de veces!

«Nate —pensó Nick, cerrando de nuevo los ojos—. Por el amor de Dios, Nate.»

Entretanto, Nate proseguía con su charla. Indudablemente debía de estar emparentado con el alcalde de Boone Creek, aunque él no lo supiera, razonó Nick. Si encerraran a ese par en una habitación y los colgaran de un generador mientras hablaban, seguramente producirían suficiente energía como para alumbrar a todo Brooklyn durante un mes entero.
—¡Me dijiste que estarías en contacto!
Nick se esforzó por incorporarse hasta que logró sentarse en la cama; tenía todo el cuerpo entumecido.
—Lo siento, Nate. He estado ocupadísimo, y además, la cobertura no es muy buena en este lugar.
—¡Tenías que mantenerme informado! ¿Recuerdas? Ayer te estuve llamando todo el día, pero cada vez me salía tu maldito I contestador. No puedes ni imaginarte cómo están las cosas por aquí. Los productores me asedian sin parar; me vienen a ver para solicitarme ideas sobre temas que puedan despertar tu interés. Te aseguro que va en serio; ¡te quieren fichar! Uno de ellos me ha sugerido que investigues un poco sobre la cuestión de las dietas elevadas en proteínas. Ya sabes, esas que certifican que puedes zamparte todo el beicon y los bistecs que quieras y que todavía perderás peso.

Nick sacudió la cabeza, intentando no perder el hilo de la conversación.
—Un momento. ¿De qué diantre estás hablando? ¿Quién quiere que investigue sobre qué dieta?
—Los de GMA. ¿A quién creías que me refería? Les he dicho que les llamaré para darles una respuesta, pero creo que podrás realizar el trabajo sin ningún problema.
Nick se frotó la frente. A veces ese hombre le provocaba dolor de cabeza.
—Mira Nate, no tengo ningún interés en dedicarme a investigar nada sobre esas dichosas dietas de moda. Por si no lo recuerdas, me dedico al periodismo científico.
—Bueno, pues te esfuerzas un poco más y punto. Eso es lo que harás, ¿de acuerdo? Además, las dietas están relacionadas con la química y la ciencia. ¿Tengo razón o no? Vamos, admítelo; sabes que tengo razón. Ya me conoces: cuando tengo razón, la tengo. Es más, estoy barajando unas cuantas posibilidades sobre...
—He visto las luces —lo interrumpió Nick.
—Bueno, veamos, si realmente tienes algo entre manos que valga la pena, podemos hablar. Pero te juro que me estoy volviendo loco con tantas llamadas de los productores, y ese proyecto sobre las dietas podría ser un trampolín para lanzarte a...
—Te digo que he visto las luces —volvió a repetir Nick, elevando el tono de voz.
Esta vez Nate le prestó atención.
—¿Te refieres a las luces en el cementerio?
Nick continuó frotándose las sienes.
—Sí, a ésas.
—¿Cuándo? ¿Y por qué no me has llamado? ¡Pues eso puede ser una auténtica bomba! ¡Oh, por favor, dime que las has filmado!
—Sí, pero todavía no he visto las grabaciones, por lo que no puedo confirmarte si han salido bien o no.
—¿Así que las luces existen?
—Sí. Pero creo que he averiguado su origen.
—Así que no existen...
—Escucha, Nate, estoy cansado, así que escúchame durante un minuto sin interrumpir, ¿vale? Ayer por la noche fui al cementerio y vi las luces. Y te aseguro que ahora comprendo por qué algunas personas creen que son fantasmas; es por la forma en que aparecen. Existe una bonita leyenda, además, y los del pueblo incluso han organizado este fin de semana una gira para sacar partido de la ocasión. Pero después de marcharme del cementerio, indagué el motivo y estoy casi seguro de que lo he encontrado. Todo lo que tengo que hacer es descubrir cómo y por qué sucede, aunque ya tengo algunas ideas vagas, y si todo va bien, lo habré averiguado esta misma noche.

Sorprendentemente, Nate no parecía tener nada que decir. Sin embargo, como buen profesional que era, se recuperó rápidamente.
—Vale, vale; dame un segundo para imaginar la mejor forma de sacarle partido a esta historia. Estoy pensando que los de la lele podrían...
Nick se preguntó en quién más debía de estar pensando.
—¡Ya lo tengo! A ver qué te parece esto —continuó Nate—. Empezamos con la leyenda, como para situar la historia en escena. Un cementerio entre la bruma del crepúsculo, un primer plano de algunas de las tumbas, quizá de un cuervo ominoso, y tu voz en off...
Ese hombre era un maestro de los clichés a lo Hollywood, y Nick volvió a consultar la hora, pensando que aún era demasiado temprano para atender una clase magistral sobre efectos especiales.
—Nate, estoy cansado. ¿Qué te parece si maduras un poco la idea y me llamas más tarde?
—Vale. Para eso estoy aquí, ¿no? Para hacerte la vida más fácil. Oye, ¿te parece bien si se lo comento a Alvin?
—No, todavía no. Primero déjame ver las cintas, y luego ya le llamaré yo para saber su opinión.
—De acuerdo —aceptó, con un tono lleno de entusiasmo—. Me parece perfecto. ¡Buena idea! ¡Una historia de fantasmas genuina! ¡Seguro que les encantará! ¿Te he dicho que esos productores parecían realmente interesados en el proyecto? Créeme, les dije que regresarías con un reportaje cojonudo y que probablemente no estarías interesado en eso de las dietas. Pero ahora que tenemos este bombazo entre las manos, podremos negociar con ellos. ¡Se volverán locos! Me muero de ganas de decírselo, y escucha, te volveré a llamar dentro de un par de horas, así que haz el favor de no alejarte del móvil, ¿me oyes? Las cosas podrían precipitarse aquí, y...
—Adiós, Nate. Ya hablaremos más tarde.

Nick volvió a acurrucarse en la cama y se cubrió la cabeza con la almohada, pero al no poder conciliar el sueño de nuevo, se levantó de mal humor y se dirigió al cuarto de baño, procurando no reparar en las criaturas disecadas que parecían observar cada uno de sus movimientos. Sin embargo, se estaba acostumbrando a ellas, y mientras se desnudaba, colgó la toalla en las garras extendidas de un tejón, pensando que podía beneficiarse de la postura conveniente del animal.

Entró en la ducha, abrió el grifo y se quedó debajo del chorro de agua durante veinte minutos, hasta que su piel estuvo completamente arrugada. Sólo entonces empezó a sentirse despierto. Dormir apenas un par de horas podía provocar esa sensación de malestar en cualquiera.

Después de ponerse los vaqueros, agarró las cintas de vídeo y se montó en el coche. La niebla flotaba sobre la carretera como una capa de hielo seco evaporado en el escenario de un concierto, y el cielo ofrecía los mismos tonos mates del día anterior, lo cual le hizo suponer que las luces volverían a aparecer esa noche, y eso no sólo era una buena noticia para los turistas que se acercaran hasta el pueblo ese fin de semana, sino que también significaba que probablemente debería llamar a Alvin. Aunque las grabaciones hubieran salido bien, Alvin era un genio con la cámara; podría capturar imágenes que seguramente provocarían una enorme hinchazón en el dedo de Nate a causa de tantas llamadas telefónicas como haría.

Sin embargo, lo primero que quería hacer era ver qué había grabado, sólo para estar seguro de si había conseguido captar algo. Como era de esperar, en Greenleaf no disponían de un magnetoscopio, pero había visto uno en la sala de los originales, y mientras conducía por la carretera intransitada camino del pueblo, se preguntó cómo reaccionaría Miley cuando lo viera. ¿Volvería a marcar distancias, ofreciéndole sólo un trato frío y profesional? ¿Persistirían los sentimientos del día que habían pasado juntos? ¿O simplemente recordaría los momentos finales en el porche, cuando él se excedió con tanta insistencia? No tenía ni la menor idea de lo que iba a suceder, si bien se había pasado gran parte de la noche pensando en ello.

Había encontrado el origen de las luces. Como en casi todos los casos, resolver el misterio no era tan difícil si uno sabía dónde buscar, y un rápido vistazo a una página electrónica patrocinada por la NASA eliminó la única posibilidad alternativa. Averiguó que la luna no podía ser la responsable de las luces. Esa noche había luna nueva, es decir, cuando la luna se oculta tras la sombra de la tierra, y Nick albergaba la sospecha de que las luces misteriosas sólo aparecían en esa fase en particular. Tenía sentido: sin la luz de la luna, incluso los vestigios de cualquier otra luz serían mucho más evidentes, especialmente si se reflejaban en las gotitas de agua de la niebla.

Sin embargo, mientras se hallaba de pie, expuesto al aire helado y con la respuesta al alcance, todo lo que podía hacer era pensar en Miley. Le parecía imposible que sólo hiciera dos días que se conocían. No, no era posible. Einstein había postulado que el tiempo era relativo, y supuso que ésa podría ser la explicación de lo que le sucedía a él. ¿Cómo era el viejo proverbio acerca de la relatividad? Más o menos venía a decir que un minuto con una bella mujer duraba un instante, mientras que un minuto con la mano sobre un hornillo caliente podía parecer una eternidad.

De nuevo se arrepintió de su comportamiento en el porche, maldiciéndose por milésima vez por no haber sabido captar las indirectas que Miley le lanzaba mientras él estaba pensando en besarla. Miley había expuesto sus sentimientos de una forma evidente, pero él los había ignorado. En circunstancias normales, ya haría muchas horas que Nick se habría olvidado del fiasco por completo; se habría reído de lo sucedido, restándole importancia. Pero por alguna razón desconocida, esta vez no le resultaba tan fácil.

A pesar de que había salido con un montón de chicas y que no se había convertido exactamente en un ermitaño después de que Selena lo abandonara, no solía hacer eso de pasarse todo el día charlando con una mujer. Generalmente sólo salía a cenar o a tomar unas copas para preparar el terreno antes de que llegara la mejor parte. Sabía que tenía que madurar en lo que se refería a salir con alguien, a lo mejor incluso debería sentar la cabeza y vivir una vida similar a la de sus hermanos. Sus hermanos ya le habían demostrado que eso era precisamente lo que esperaban de él, y sus esposas también. Eran de la opinión ampliamente compartida de que debería intentar conocer a las mujeres antes de acostarse con ellas, y uno de sus hermanos había ido tan lejos como para montarle una cita con una vecina divorciada que abogaba por la misma idea. Por supuesto, la vecina rechazó un segundo encuentro, básicamente porque en la primera cita él no demostró ni el más mínimo interés por ella. En los últimos años le parecía todavía más fácil intentar no conocer a las mujeres con profundidad, mantenerlas en el reino de los extraños a perpetuidad, donde todavía podían albergar esperanzas de llegar a establecer una relación más estable con él.

Y ahí radicaba el problema. No había esperanza. Por lo menos, no para la clase de vida en la que sus hermanos y sus cuñadas creían; ni siquiera, sospechaba, para la que Miley quería. Su divorcio con Selena se lo había dejado más claro que el agua. Miley era una chica provinciana con sueños provincianos, y no sería suficiente con ser leal y responsable y tener cosas en común. La mayoría de las mujeres quería algo más, algo que él no podía darles. Y no porque no quisiera, ni tampoco era porque se sintiera muy a gusto con su vida de soltero, sino simplemente porque era imposible. La ciencia podía dar respuesta a un montón de preguntas, podía resolver una pila de problemas, pero no podía cambiar su realidad particular. Y la realidad era que Selena lo había dejado porque no había sido, ni nunca podría serlo, la clase de esposo que ella quería.

Nick jamás había admitido esa dolorosa verdad ante nadie, por supuesto. No se la había admitido a sus hermanos, ni a sus padres, ni a Miley. Y normalmente, incluso en los momentos de calma, ni a sí mismo.
 

Aunque la biblioteca estaba abierta cuando llegó, no había rastro de Miley, y Nick sintió una punzada de decepción cuando abrió la puerta de su despacho y lo encontró vacío. Sin embargo, se dio cuenta de que ella había pasado por allí antes: la sala de los originales no estaba cerrada con llave, y cuando abrió la luz, vio una nota sobre la mesa, junto con los mapas topográficos que él había mencionado. Sólo necesitó un instante para leer la nota:

Tengo que encargarme de unos asuntos personales. Puedes usar el magnetoscopio si lo necesitas.
Miley

No mencionaba ni el día anterior ni la noche previa; tampoco mencionaba la posibilidad de quedar otra vez. Ni siquiera contenía ninguna coletilla afable antes de la firma. No era exactamente una nota desconsiderada y fría, pero tampoco despertó en él el nerviosismo del que espera algo más.

No obstante, probablemente estaba realizando una lectura demasiado profunda de la nota. Quizá Miley tenía prisa cuando la escribió por la mañana, o quizá había preferido no extenderse demasiado porque pensaba regresar pronto. Mencionaba que se trataba de asuntos personales, y con las mujeres eso podía significar desde una cita con el médico hasta salir a comprar un regalo de cumpleaños para un amigo. No había forma de saberlo.

Y además, él tenía trabajo que hacer, se recordó a sí mismo. Nate estaba esperando, y el giro radical en su carrera profesional probablemente dependía del proyecto que tenía entre las manos. Nick se esforzó por concentrarse en terminar la historia.

Las grabadoras de audio no habían captado ningún sonido inusual, y ni el detector de microondas ni el electromagnético habían registrado la más mínima variedad de energía. Las cintas de vídeo, sin embargo, habían grabado todo lo que él había visto la noche previa, y revisó las imágenes media docena de veces desde cada ángulo diferente. Las cámaras con la capacidad de filtrado de luz especial mostraban el brillo de la niebla con más intensidad. Aunque esas cintas podrían ayudarle a rematar su artículo, carecían de la fuerza visual necesaria como para poder considerarlas material televisivo de calidad. Cuando observaba las imágenes en tiempo real, notaba que tenían el sello de un vídeo doméstico, lo que le recordaba las empalagosas grabaciones que recibía como prueba de otros eventos supernaturales. Anotó que debía comprar una cámara real, sin importar la cantidad de tallos de apio que tuviera que engullir su editor cuando le presentara la factura.

A pesar de que las grabaciones no ofrecían la calidad que él había esperado, contemplar la forma en que las luces habían cambiado durante los veintidós segundos que fueron visibles le sirvió para corroborar que había hallado la respuesta. Dejó la actividad de las cintas a un lado, tomó los mapas topográficos y calculó la distancia de Riker's Hill hasta el río. Comparó las fotos que había tomado previamente en el cementerio con las fotos del cementerio que había encontrado en los libros relativos a la historia local, y llegó a una conclusión que consideró más que precisa sobre el grado en que se hundía el cementerio. Aunque no fue capaz de encontrar más información sobre la leyenda de Hettie Doubilet —no había mención alguna en los datos acerca de ese período—, realizó una llamada a la Oficina de Aguas del estado interesándose por la reserva de agua subterránea en esa parte del condado, y otra al Departamento de Minas, que le proporcionó información acerca de las canteras excavadas previamente en los campos que ocupaba el cementerio. Después de eso, escribió unas cuantas palabras en un buscador de internet para averiguar los horarios que necesitaba, y finalmente, después de permanecer en espera durante diez minutos, pudo hablar con un trabajador de la fábrica de papel, un tal Larsen, quien tuvo la amabilidad de ayudarlo en todo lo que pudo.

Y con eso logró que todas las piezas encajaran como para poder probar definitivamente su teoría.

La verdad había estado descaradamente delante de las narices de todo el mundo. Como en la mayoría de los misterios, la solución era simple, y por eso se preguntó cómo era posible que nadie se hubiera dado cuenta de ello con anterioridad. A menos, por supuesto, que alguien lo hubiera hecho, lo cual abría la puerta a otro punto de vista en la historia.

Nate, sin duda, estaría entusiasmado, pero a pesar del éxito conseguido por la mañana, Nick no tenía la sensación de haber conseguido su objetivo. En lugar de eso, no podía dejar de pensar que Miley no estaba cerca para felicitarlo o para gastarle una broma al respecto. Lo cierto era que no le importaba cómo reaccionara; lo único que le importaba era que reaccionara, y se levantó de la silla para dirigirse nuevamente a su despacho.

A simple vista ofrecía el mismo aspecto que el día anterior: pilas de documentos amontonadas sobre la mesa, libros esparcidos por doquier de una forma aleatoria, y el salvapantallas del ordenador mostrando unos trazos de vivos colores. El contestador, con la luz destellante indicando que tenía mensajes, descansaba al lado de una pequeña maceta con una planta.

A pesar de lo que veía, Nick tuvo la impresión de que, sin Miley, la habitación parecía estar completamente vacía.

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Wahahahaha! Les subiré pronto el cap. 12 <3 (? LOL! Chicas! Comienzo clases el 18 de enero! AL FIN! hahaha es que ya me cansé de estar aquí en mi casa desde septiembre. .-. Like, seriously! & lo mejor es que los primeros días no vamos a hacer nada! WOOOOOOO! Hasta mazo el lunes 23. xD El punto es que les subiré cap. de DYWM el 17. (: Supongo ya lo habré terminado para entonces. :B Bueno, eso es todo. (:

Bye, las amo & NUNCA DEJEN DE CREER! :D <3 atte: AIMiller/NickyAB.