miércoles, 6 de noviembre de 2013

Tenías que ser tú - III



            Terminado el abrazo, ambos se sentaron en la grama bajo sus pies.
           
            -Y dime, Andrea –comenzó a hablar-, ¿qué estudias?
           
            -Literatura y arte dramático –sonrió-. Supongo que tú estudias agronomía.
           
            -Es lo que siempre quise estudiar –le devolvió la sonrisa-. Y si no recuerdo mal, estudias lo que siempre quisiste estudiar.
           
            -Estás en lo correcto. Siempre quise ser actriz, y estoy a solo un año de serlo.
           
            -¡Oye! Vamos igual. También me falta un año para terminar la ingeniería. Creo que al final, ambos conseguimos lo que queríamos.
           
            -El que persevera, alcanza, ¿no?
           
            Ambos sonrieron.
           
            -Aaron, creo que ya tengo que irme, de verdad. No quiero llegar tarde.
           
            -Bueno, no te preocupes… igual mis clases comienzan dentro de poco, ya tengo que irme. Ha sido lindo encontrarnos de nuevo. Ha sido lindo verte.
           
            -Igualmente –estrecharon las manos, y después de intercambiar unas pocas palabras, ambos se fueron por su camino-.
           
-*-
           
            Aaron no podía quitarse a Andrea de la cabeza. Nunca había podido hacerlo, y estaba seguro que probablemente nunca podría hacerlo. Ella había sido su novia durante dos años, y era la relación más larga que había tenido desde siempre. También fue la primera novia que tuvo, su primer beso, la primera vez que agarró a alguien de la mano, etc. Ella siempre significaría algo para él. No podía él borrarla de su memoria o hacer como si no la conociera o fuera una perfecta extraña. Él la conocía tan bien como ella lo conocía a él.

            Tenía que verla de nuevo, de eso no había duda. Al menos sabía que podía encontrarla en la facultad de Literatura, o en la de Arte, o como se llamara. Sabía dónde encontrarla, y eso le bastaba.

            El sonido de su móvil lo sacó de su ensimismamiento. Era una llamada de Julia.
           
            -Hola, ¿Jules? –contestó. Una voz femenina le contestó al otro lado de la línea, visiblemente emocionada-. No, no creo que podamos vernos esta noche, tengo que trabajar en unos proyectos y los chicos vendrán a la casa y bueno… Gracias, Jules, pero no es necesario que vengas a cocinar para nosotros. Pediremos pizza. Ok, bye, te quiero.
           
            Ambos colgaron a la vez, y Aaron dio un trago a su jugo de naranja. Obviamente, la excusa del trabajo había funcionado. No existían tales proyectos de los cuales hablaba. Tal vez sólo quería estar solo, pensando, o saldría a algún lugar. Para ser honesto, no le apetecía ver a Julia hoy. No estaba de humor. No tenía ganas.
           
            De repente se recordó de una amiga en común que tenían, llamada Emma. La última vez que había mantenido contacto con Emma había sido más o menos hace cuatro meses, y estaba seguro que Andrea seguía hablándole. Entonces, la buscó por Facebook, y le pidió el número telefónico de Andrea. No quería sonar como un interesado, así que, después de eso, platicó un poco más con ella sobre la universidad, la vida, y el amor. Se enteró que estaba estudiando arquitectura en otra universidad, que se había ido a vivir sola, y que no estaba saliendo con nadie. Al terminar de hablar, Aaron estuvo cuestionándose una hora entera (en lo que hacía la comida) en si sería correcto llamar a Andrea para ir a una fiesta de la facultad, el próximo domingo. No le apetecía ir con Julia, y no sabía por qué.
           
            Al final de cuentas, terminó llamando a Andrea, pero cuando ella respondió, él colgó el teléfono de un solo golpe.
           
            Estaba bastante nervioso.
           
            A la mañana siguiente, volvió a marcar el número, y esta vez no colgó.

            -¿Hola? –contestó Andrea-.
           
            -Eh, ¡hola! ¿Andrea?

            -Sí, ¿Quién habla?

            -Soy Aaron… Emma me dio tu número.

            -Oh… vaya. Hola Aaron, ¿cómo estás?

            -Yo estoy… bien. Sí, bien. ¿Y tú?

            -Bien, gracias.

            Hubo un silencio incómodo entre los dos.

            -¿A qué debo el motivo de tu llamada, Aaron?

            -Eh, bueno, yo quería… ¿te puedo decir Andrea, como antes?

            -Sí, claro. ¿Por eso llamabas?

            -¡No! Yo… te llamaba para… preguntarte si quisieras, eh, no sé, ir a una fiesta de la facultad conmigo.

            -¿De verdad?
           
            -Sí, Andrea. Es el siguiente sábado, de ocho de la noche a una de la mañana. ¿Vendrías?
           
            -Eh, claro Aaron. Gracias. Pero, ¿no tienes una novia a la que invitar?
           
            -Pues… sí, tengo novia, se llama Julia, pero no quiero que venga conmigo.

            -¿Por qué?

            -No lo sé, si te soy sincero. Oye, ¿tu novio no se pondrá celoso si sales conmigo?

            Andrea rió.

            -¿Qué novio, Aaron?

            -Oh… está bien.

            -¿Cómo iré vestida?

            -Linda –sonrió-. Eh, con un vestido corto, tacones, un pequeño bolso…

            -Oh, normal para ir a una fiesta, ¿no?

            -Sí. Entonces, te pasaré a traer a tu casa a las siete treinta, ¿te parece?

            -Sí… claro. ¿Sabes dónde vivo?

            -No.

            -¡Eso me suponía! ¿Tienes dónde apuntar la dirección?

----------------------------------------------------------------
Jelou. :3 Les subo rapidito porque me van a cortar el internet. :( No hoy, tal vez, pero en estos días. :)

¡Las quiero!

-Ana A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario