La mañana siguiente, después de ducharse con un chorro de agua tibia, Nick se puso un par de vaqueros, un jersey y una americana marrón de piel, y se dirigió hacia el Herbs, que parecía ser el lugar más concurrido a esa temprana hora en el pueblo. Cuando entró, avistó al alcalde Gherkin charlando con un par de individuos trajeados, y a Demi ocupada sirviendo algunas mesas. Jed estaba sentado en una de las mesas al final de la sala; parecía una mole. Tully ocupaba una de las mesas centrales con otros tres tipos, y como era de esperar, llevaba la voz cantante del grupo. La gente inclinó la cabeza cuando Nick se abrió paso entre las mesas, y el alcalde levantó la taza de café a modo de saludo.
—Vaya, vaya, buenos días señor Jonas —exclamó Gherkin en voz alta—. ¿Ya has considerado qué cosas positivas vas a escribir sobre nuestro pueblo?
—Seguro que sí —intervino Demi inesperadamente.
—Espero que haya encontrado el cementerio —dijo Tully arrastrando las palabras. Se inclinó hacia el resto del grupo reunido en su mesa—. Ese es el médico del que os hablaba.
Nick saludó con la cabeza, intentando evitar que alguno de los presentes lo acorralara en una conversación. Jamás había sido una persona madrugadora, y para colmo no había pasado una buena noche. El frío, el olor a muerte y las pesadillas sobre serpientes podían provocar un imprevisto malestar en cualquiera. Ocupó un sitio en una de las mesas más alejadas, y Demi se acercó eficientemente, con una cafetera en la mano.
—¿Hoy no vas a ningún entierro? —se rio ella.
—No. He decidido optar por una línea más informal.
—¿Café, cielo?
—Sí, por favor.
Demi colocó una taza delante de él y la llenó hasta el borde.
—¿Quieres la especialidad del día? Todos dicen que hoy está sabrosísima.
—¿Cuál es la especialidad del día?
—Tortilla al estilo Carolina.
—De acuerdo —aceptó, sin tener la menor idea de qué era una tortilla al estilo Carolina; pero con el estómago vacío, cualquier cosa le parecía perfecta.
—¿Acompañada con grits y una tostada?
—Los grits son cereales, ¿verdad? Venga, ¿por qué no?
—Enseguida vuelvo, corazón.
Nick empezó a juguetear con la taza de café mientras repasaba las noticias del periódico del día anterior. La publicación estaba compuesta por cuatro páginas en total, contando la historia que ocupaba toda la portada sobre una anciana llamada Judy Roberts que acababa de celebrar su centésimo cumpleaños, un hecho destacable que sólo conseguía el 1,1 por ciento de la población. Junto al artículo había una foto del personal del asilo de ancianos sosteniendo un pequeño pastel con una única vela, mientras que la señora Roberts yacía tumbada en la cama a su lado, con aspecto comatoso.
Nick desvió la vista hacia la ventana, preguntándose por qué caía siempre en la trampa de ojear la prensa local. Vio una máquina dispensadora del USA Today, y se disponía a buscar unas monedas sueltas en el bolsillo cuando el ayudante del sheriff se sentó justo en la mesa de enfrente de él.
El individuo tenía cara de pocos amigos, y daba la impresión de estar en una excelente forma física; parecía que sus bíceps hinchados fueran a reventar las costuras de las mangas de su camisa de un momento a otro, y lucía unas gafas de sol pasadas de moda con cristales de espejos. Sí, pensó Nick, las típicas que exhibían los sheriffs en las series televisivas. Su mano se apoyaba en posición de reposo sobre la pistola, y en la boca tenía un mondadientes, que pasaba de un lado a otro sin parar. No dijo nada; se limitó a observarlo quedamente, lo cual le dio a Nick la oportunidad de ver su propio reflejo durante un buen rato.
No podía negar que ese sujeto lo intimidaba.
—¿Deseaba algo? —le preguntó Nick finalmente. El mondadientes se movió de un lado a otro de nuevo. Nick cerró el periódico, preguntándose qué diantre sucedía.
—¿Nick Jonas? —preguntó el oficial.
—¿Sí?
—Me lo había figurado.
Encima del bolsillo de la camisa del oficial, Nick distinguió una placa brillante con el nombre grabado. Otra chapa de identificación.
—Y usted debe de ser el sheriff Miller.
—El ayudante del sheriff.
—Disculpe —dijo Nick titubeando—. ¿He cometido alguna infracción, oficial?
—No lo sé —repuso Miller—. ¿Usted qué opina?
—Creo que no.
El palillo volvió a moverse en la boca del ayudante del sheriff.
—¿Está pensando en quedarse por aquí una temporada?
—Sólo una semana, más o menos. He venido porque quiero escribir un artículo...
—Lo sé —lo interrumpió Miller—. Pero quería confirmarlo. Me gusta charlar con los forasteros que tienen intención de quedarse unos días en nuestro pueblo.
Miller recalcó la palabra «forasteros», haciendo que Nick sintiera que ser forastero era como una especie de pecado. No creía que pudiera aplacar la hostilidad del oficial con ningún comentario, así que se limitó a asentir.
—Ah.
—He oído que piensa pasar muchas horas en la biblioteca.
—Bueno, supongo que debería...
—Ya veo —murmuró el ayudante del sheriff, interrumpiéndolo de nuevo.
Nick asió la taza de café y tomó un sorbo, intentando ganar tiempo.
—Lo siento, oficial, pero lo cierto es que no sé qué le pasa.
—Ya veo —volvió a repetir Miller.
—¡Eh, Joe! ¡Deja en paz a nuestro huésped! —gritó el alcalde desde la otra punta de la sala—. Es un invitado especial, que ha venido para escribir un artículo sobre las costumbres locales.
El ayudante del sheriff no parpadeó ni apartó la vista de Nick. Por alguna razón, parecía completamente enojado.
—Sólo estoy charlando con él, alcalde.
—Pues deja que el señor Jonas disfrute de su desayuno —lo amonestó Gherkin al tiempo que se levantaba de la mesa. Luego saludó con la mano—. Ven, Nick; aquí hay un par de personas que quiero que conozcas.
Miller siguió mirando a Nick con cara de pocos amigos mientras éste se levantaba y se dirigía a la mesa del alcalde.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Gherkin lo presentó a los dos hombres que compartían mesa con él. Uno debía de ser el abogado más esquelético del condado, y el otro era un espécimen de médico sumamente grueso, que trabajaba en el hospital de la localidad. Ambos parecieron examinarlo con la misma mirada despectiva que el ayudante del sheriff; con reservas, como se solía decir. Entretanto, el alcalde se deleitaba explicando lo contentos que estaban todos en el pueblo con la visita de Nick. Se inclinó hacia los otros dos y asintió de forma conspirativa.
—Quizá salgamos en Primetime Live —susurró Gherkin.
—¿De veras? —exclamó el abogado. Nick pensó que ese individuo parecía un esqueleto andante.
Nick empezó a balancearse, apoyando todo el peso de su cuerpo en un pie y luego en el otro de forma alternativa.
—Bueno, como ayer intentaba explicarle al señor alcalde...
Gherkin le propinó una fuerte palmada en la espalda, interrumpiéndolo rápidamente.
—¡Qué ilusión aparecer en un programa de tanta audiencia! —exclamó Gherkin.
Los otros asintieron con expresión solemne.
—Y hablando del pueblo —agregó repentinamente el alcalde—, tengo el placer de invitarte a una cena privada esta noche, con un reducido grupo de amigos. Nada especial, no creas, pero puesto que sólo estarás unos días, me gustaría que conocieras a algunas de las personas más destacadas de la localidad.
Nick levantó los brazos.
—No es necesario...
—¡Bobadas! —espetó Gherkin—. Es lo mínimo que podemos hacer. Y recuerda, algunas de las personas que invitaré han visto esos fantasmas con sus propios ojos, así que tendrás la oportunidad de recoger sus vivencias de primera mano. Probablemente sus historias te provocarán pesadillas.
Nick enarcó una ceja. El abogado y el médico lo observaban expectantes. Cuando Nick vaciló, el alcalde aprovechó para zanjar el tema.
—¿Te va bien a las siete? —inquirió.
—Sí... Supongo que sí —convino Nick—. ¿Dónde será la cena?
—Ya te lo comunicaré más tarde. Supongo que pasarás el día en la biblioteca, ¿no?
—Seguramente sí.
Gherkin esbozó una mueca, haciéndose el gracioso.
—Entonces supongo que ya habrás conocido a nuestra adorable bibliotecaria, la señorita Miley.
—Así es.
—Es realmente encantadora, ¿no te parece?
Por el tono, Nick interpretó que se refería a otra serie de posibilidades, algo más en la línea de los típicos comentarios que los hombres suelen hacer sobre las mujeres en los vestuarios de los gimnasios.
—La verdad es que me ha ayudado muchísimo —se limitó a decir Nick.
En ese momento Demi los interrumpió.
—¿Te dejo el desayuno en la mesa, cielo?
Nick miró al alcalde, como solicitándole permiso para marcharse.
—Ya hablaremos más tarde. ¡Ah, y que aproveche! —dijo Gherkin al tiempo que lo saludaba con la mano.
Nick se dirigió nuevamente a su mesa. Afortunadamente el ayudante del sheriff se había marchado, y Nick se dejó caer en la silla con pesadez. Demi depositó el plato delante de él.
—Que aproveche. Le he pedido al cocinero que te prepare la tortilla con mucho cariño, porque vienes de Nueva York. ¡Me encanta ese lugar!
—¿Has estado ahí alguna vez?
—No. Pero siempre he querido ir. Parece tan... glamuroso y excitante.
—Deberías ir. No hay ninguna otra ciudad igual en el mundo.
Ella sonrió, con aire coquetón.
—Pero bueno, señor Jonas... No me digas que me estás invitando.
La mandíbula de Nick se abrió involuntariamente.
—¿Cómo?
Sin embargo, Demi no pareció darse cuenta de su expresión pasmada.
—Bueno, quizás acepte tu oferta —proclamó ella—. Ah, y otra cosa: estaré encantada de enseñarte el cementerio la noche que quieras. Normalmente acabo de trabajar a las tres de la tarde.
—Gracias. Lo tendré en cuenta —balbuceó Nick.
Durante los siguientes veinte minutos, mientras Nick desayunaba, Demi pasó por su mesa al menos una docena de veces, rellenando cada vez su taza con un chorrito de café y sonriéndole efusivamente.
Nick se encaminó hacia su coche, recuperándose de lo que se suponía que debía de haber sido un desayuno apacible. El ayudante del sheriff. El alcalde. Tully. Demi. Jed.
Desde luego, esas pequeñas localidades en Estados Unidos podían ofrecer un sinfín de experiencias difíciles de digerir, incluso antes del desayuno.
A la mañana siguiente pensaba tomar café en cualquier otro sitio menos en el Herbs, aunque la comida fuera de primera. Y, tenía que admitir, era mejor de lo que había esperado. Tal y como Doris le había comentado el día previo, todo parecía fresco, como si los ingredientes procedieran directamente del huerto.
Sin embargo, mañana tomaría el café en otro sitio. Y tampoco pensaba hacerlo en la gasolinera de Tully, suponiendo que allí sirvieran café. No deseaba perder el tiempo en una conversación de la que no pudiera escapar cuando tenía cosas que hacer.
De repente se detuvo, sorprendido. «¡Cielo santo! Pero si estoy empezando a pensar como ellos», se dijo, sacudiendo la cabeza.
Sacó las llaves del coche de su bolsillo y reanudó la marcha. Por lo menos había conseguido acabar de desayunar. Echó un vistazo al reloj; ya casi eran las nueve. Perfecto.
Miley se sorprendió a sí misma mirando por la ventana de su despacho en el momento exacto en que Nick Jonas aparcaba el coche delante de la biblioteca.
Nick Jonas. No podía dejar de pensar en él, por más que intentara concentrarse en su trabajo. Y ahí estaba de nuevo, esta vez vestido de un modo más informal, como si pretendiera pasar más desapercibido entre los lugareños, supuso ella. Y de algún modo lo había conseguido.
Bueno, ya era suficiente. Tenía que trabajar. Su despacho estaba abarrotado de cajas de libros, apiladas unas sobre las otras tanto en posición vertical como horizontal. Un archivador de acero gris emplazado en una de las esquinas era el único mobiliario que descollaba en la estancia, aparte de una mesa y de una silla típicamente funcionales. El despacho carecía de elementos decorativos, simplemente por falta de espacio. Había montones de papeles apilados por doquier: en los rincones, debajo de la ventana, en una silla apartada en una esquina. Y su mesa también estaba sepultada por enormes pilas de papeles, con todo aquello que consideraba urgente.
Había que presentar el presupuesto a final de mes, y tenía que repasar un montón de catálogos de diversos editores para realizar el pedido semanal. Además, todavía debía encontrar al ponente para la cena que organizaba la asociación de los Amigos de la Biblioteca en abril, así como planear todo lo referente a la «Visita guiada por las casas históricas» —en la que la biblioteca intervenía por ser uno de los edificios más emblemáticos del pueblo—, y apenas le quedaba tiempo para hacerlo todo. Contaba con dos empleados a jornada completa, pero había aprendido que era mejor no delegar temas importantes. Los empleados sabían recomendar los títulos más recientes y ayudaban a los estudiantes a encontrar lo que necesitaban, pero la última vez que permitió que uno de ellos decidiera qué libros debían solicitar, acabó con seis títulos diferentes sobre orquídeas, ya que, por lo que averiguó más tarde, ésa era la flor favorita del empleado que realizó el pedido. Previamente, antes de sentarse delante del ordenador, había intentado planificar sus tareas para ese día, pero no lo había conseguido. No importaba lo mucho que intentara concentrarse, sus pensamientos se desviaban hacía Nick Jonas. No quería pensar en él, pero Doris había dicho lo suficiente como para despertar su curiosidad.
«No es como te lo imaginas.»
¿Qué significaba eso? La noche anterior, cuando había intentado que Doris fuera más específica, su abuela se había cerrado en banda, como si no hubiera dicho nada. No volvió a mencionar la vida amorosa de Miley durante el resto de la noche, ni tampoco a Nick Jonas. Las dos evitaron el tema: hablaron sobre el trabajo, sobre personas conocidas, sobre cómo se perfilaba la «Visita guiada por las casas históricas» para el siguiente fin de semana. Doris presidía la Sociedad Histórica local, y la visita era uno de los grandes eventos del año, aunque no precisara de una gran planificación. Prácticamente se trataba de mostrar la misma docena de casas que elegían cada año, además de cuatro iglesias y de la biblioteca. Mientras su abuela se afanaba por hablar sobre esas cuestiones, Miley no podía dejar de pensar en su misteriosa declaración.
«No es como te lo imaginas.»
¿A qué se refería? ¿Al típico urbanita? ¿A su faceta mujeriega? ¿A alguien que sólo buscaba echar una cana al aire? ¿Alguien que se mofaría del pueblo tan pronto como se marchara de allí? ¿Alguien en busca de una historia sensacionalista, dispuesto a cualquier cosa por conseguirla, aunque ello supusiera hacer daño a alguien durante el proceso?
¿Y por qué demonios le preocupaba eso? Sólo se quedaría unos pocos días, y luego desaparecería y todo volvería a su cauce, afortunadamente.
Ya se había enterado de los cotilleos que circulaban por el pueblo. Y en la panadería donde se detenía cada mañana a comprar un mollete había oído a un par de mujeres hablar sobre él. Decían que gracias a ese periodista el pueblo se haría famoso, que las cosas mejorarían considerablemente, sobre todo para los comerciantes. Cuando la vieron, la avasallaron con mil y una preguntas acerca de él y emitieron sus propias opiniones sobre si finalmente descubriría el motivo de las misteriosas luces.
Algunos creían realmente que las luces eran producto de los fantasmas, pero otros no. El alcalde, por ejemplo, Gherkin enfocaba el tema desde un ángulo diferente; veía la investigación de Nick como una especie de apuesta. Si Nick Jonas no encontraba la causa, sería bueno para la economía del pueblo, y ésa parecía la opción por la que apostaba el alcalde. Después de todo, Gherkin sabía algo que sólo unos pocos conocían.
Además de los estudiantes de la Universidad de Duke y del historiador local —quien parecía haber encontrado una explicación plausible, según la opinión de Miley—, por lo menos otros dos individuos o grupos de personas no vinculadas con el pueblo habían investigado el misterio sin éxito. Gherkin había invitado a los estudiantes de la Universidad de Duke para que realizaran una visita al cementerio, con la esperanza de que tampoco encontraran una respuesta lógica. Y no se podía negar que desde entonces se había incrementado el número de visitantes a la localidad.
Miley consideró que igual debería haber mencionado esa cuestión al señor Jonas. Pero puesto que él no había preguntado, ella no había visto la necesidad de darle ninguna explicación. Estaba demasiado ocupada intentando contrarrestar los claros intentos de ese seductor para ligar con ella y, al mismo tiempo, dejarle claro que no se sentía atraída por él. Tenía que aceptar que era encantador, pero eso no cambiaba su firme determinación de ser fuerte y no dejarse llevar por las emociones. Lo cierto era que se había sentido francamente aliviada cuando lo perdió de vista el día anterior.
Y entonces Doris soltó ese maldito comentario, que esencialmente venía a decir que pensaba que Miley debería darle una oportunidad y conocerlo mejor. Pero lo que más la incomodaba era la certeza de que Doris no habría dicho nada si no hubiera estado absolutamente segura de que no se equivocaba. Por alguna razón que desconocía, su abuela había visto algo especial en Nick.
A veces odiaba las premoniciones de Doris. Aunque, claro, no tenía por qué escucharla. Después de todo, ya había sido cortés con ese forastero, y ahora estaba a punto de bajar a recibirlo de nuevo. A pesar de su determinación, tenía que admitir que se sentía un poco apabullada con todo ese asunto. Mientras seguía sumida en esas cavilaciones, oyó el chirrido de la puerta de su despacho al abrirse.
—Buenos días —saludó Nick al tiempo que asomaba la cabeza—. Me ha parecido ver luz debajo de la puerta.
Miley dio media vuelta en su silla giratoria y se fijó en que él se había quitado la chaqueta y la llevaba colgando del hombro.
—Ah, hola —dijo ella educadamente—. Estaba intentando sacarme un poco de trabajo de encima.
Nick agarró la chaqueta con las dos manos.
—¿Hay algún perchero donde pueda colgar esto? En la sala de los originales no hay espacio.
—Deme, ya se la guardaré yo. Hay un colgador detrás de la puerta.
Nick entró en el despacho y le entregó la chaqueta. Ella la colgó junto a la suya en la ristra de colgadores que pendía detrás de la puerta. Nick examinó el despacho con curiosidad.
—¿Así que éste es tu laboratorio, eh? Desde aquí gestionas la biblioteca.
—Así es —confirmó ella—. No hay demasiado espacio, pero es más que suficiente para organizarlo todo.
—Me encanta tu sistema de clasificación —apuntó él, señalando hacia las pilas de papeles sobre la mesa—. Tengo uno muy parecido en casa.
Una sonrisa se escapó de los labios de Miley mientras él se acercaba a la mesa y miraba por la ventana.
—Y además, una vista fabulosa. ¡Vaya primer plano de la casa del vecino y del aparcamiento!
—Me parece que esta mañana está de un óptimo humor, señor Jonas.
—¿Y cómo no voy a estarlo? He dormido en una cámara refrigeradora llena de animales muertos. O mejor dicho, apenas he dormido. Me he pasado la noche escuchando ruidos extraños procedentes del bosque.
—Me preguntaba si le habría gustado Greenleaf. He oído que es un sitio bastante rústico.
—No creo que «rústico» sea el adjetivo más apropiado para describir ese lugar. Y para colmo, esta mañana he coincidido con la mitad del pueblo a la hora del desayuno.
—Entonces supongo que ha ido al Herbs —dedujo ella.
—Pues sí, y no te he visto por allí.
—No, estoy demasiado ocupada. Prefiero empezar el día con un poco de paz.
—Tendrías que haberme avisado.
Miley sonrió.
—No me lo preguntó.
Él se echó a reír, y Miley hizo una señal hacia la puerta con la mano, como invitándolo a que la acompañara.
Mientras se dirigía a la sala de los originales con él, se fijó en que Nick estaba de muy buen humor a pesar de su indiscutible cansancio, pero ese detalle todavía no tenía suficiente peso como para confiar en él.
—¿No conocerás por casualidad a Miller, el ayudante del sheriff? —inquirió él.
Ella lo miró con evidente curiosidad.
—¿Joe?
—Sí, creo que se llama así. ¿Qué le pasa? Esta mañana me ha dado la impresión de que no le gusta nada mi presencia en el pueblo.
—Oh, pero si no es más que un corderito.
—Pues a mí no me lo ha parecido.
Miley se encogió de hombros.
—Probablemente se ha enterado de que piensa pasar bastantes horas en la biblioteca. Siempre adopta esa actitud protectora conmigo. Le gusto desde hace años.
—Pues háblale bien de mí, si no te importa.
—No se preocupe, lo haré.
Nick esperaba algún comentario mordaz, pero cuando vio que Miley respondía con tanta afabilidad, esbozó una mueca en señal de grata sorpresa.
—Gracias —le dijo.
—No hay de qué. Pero no haga nada que me obligue a cambiar de opinión.
Continuaron andando en silencio hasta la sala de los originales. Ella entró primero y encendió la luz.
—Le he estado dando vueltas a su proyecto, y creo que hay algo que debería saber.
—¿Ah, sí?
Ella le refirió las dos investigaciones previas que se había llevado a cabo en el cementerio y acto seguido añadió:
—Si me concede unos minutos, creo que puedo encontrar esa información.
—Te lo agradeceré mucho. Sólo por curiosidad, ¿por qué no me lo contaste ayer?
Ella sonrió sin contestar.
—Deja que lo adivine... ¿Porque no te lo pregunté?
—Sólo soy una bibliotecaria, no puedo leer los pensamientos.
—¿Como tu abuela? Ah, no, espera, tu abuela es adivina, ¿no?
—Pues sí. Y puede predecir el sexo de un bebé antes de que nazca.
—Eso he oído —dijo Nick.
Los ojos de Miley destellaron con fiereza.
—Es cierto, Nick. Lo creas o no, puede hacer esas cosas.
—¡Eh! ¡Me has tuteado! —exclamó él animadamente.
—Sí, pero no te hagas ilusiones. Tú mismo me pediste que lo hiciera, ¿recuerdas?
—Lo sé, Miley —pronunció él.
—Tampoco te excedas en la confianza —proclamó ella, pero mientras hablaba, Nick se dio cuenta de que Miley aguantaba la mirada más rato de lo normal, y eso le gustó.
Le gustó mucho.
Hola (? GIRLS! ESTA ES LA ENTRADA 100 DEL BLOG! WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!! *5 seconds party* :') okya
Pues, ya comenzará lo más awesome de la historia :D OHSIII. & dentro de como 1 semana subiré el segundo cap. de "Don't You Want Me?" ;D es el segundo, verdad? haaaaaaaaaa. Ya ni me acuerdo .-. Pues sí... wahaha!
Las quiero mucho, & no me acuerdo qué más... ah, cierto ^^ que ME ENAMORÉ! SIIIIIIII! de 3 hermosos libros :') otros libros xD es que son tan perfectos & tan awesome & son tan aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh! & son de Sparks e.e lógico :3 compré 1 & en unos... 4 días, digamos, me compran los otros 2 :') & amo los faros :D mañana es el cumple de mi prima, la que está embarazada :3 cumple 18 ._. lo sé, lo sé... se imaginan si la bebé (es niña :D) nace mañana? OMG! MUERO! :'D es que yo quiero que nazca YAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!! xq está como para los primeros días de diciembre... haaaaa :3 okya .-. es que ya quiero conocerla! :D yes, estoy emocionada :3
HI BARBIE! HI KEN! WANNA GO FOR A RIDE! SURE KEN! JUMP IN! ... I'M A BARBIE GIRL, IN A BARBIE WORLD, LIFE IN PLASTIC IS FANTASTIC! YOU CAN BRUSH MY HAIR, UNDRESS ME EVERYWHERE, IMAGINATION, LIFE IS YOUR CREATION! (8) (? sorry, la estoy escuchando ahorita xD
Bien, eso es todo... las amo, bye, & NUNCA DEJEN DE CREER! :D atte.: AIMiller / Nicky AB.
me super encanto el capis
ResponderEliminarestubo muy interesante
Me muero por saber que sigue despues
Espero el siguiente capitulo
Malena
perdon por no comentar antes xD recien lo lei :) me encanto la ultima parte lo de "eso le gustó.Le gustó mucho." laskdhakjsda fue genial! aube pronto :) te quiero mucho cuidate :)
ResponderEliminarMe encanto!!! en serio jaja me imagino las expresiones de Nick al ver a Joe xD
ResponderEliminarQuiero leer mas, cada vez mas, mas y mas interesante! :)