martes, 31 de diciembre de 2013

Tenías que ser tú - XI



Cuando Aaron despertó a la mañana siguiente, se dio cuenta que se había enamorado de ella nuevamente.

No podía ser posible. Él no era de aquellos chicos que se enamoraban fácilmente; sin embargo, después de haber pasado un día entero con quien ahora era su esposa, no tenía duda de sus sentimientos.

El único problema era que, realmente, Andrea no sentía lo mismo por él.

Se lo había dejado muy claro al fingir no saber sobre la noche de bodas, y al decirle que ella ya no era una adolescente locamente enamorada. Él lo sabía, por supuesto. Ya no era una adolescente. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ella y en todo lo que significaba para él. Su primera novia, su primer amor, su primer beso. Aaron nunca había sido un chico romántico, pero ahora se sentía como un completo idiota enamorado de una chica que nunca había dejado de amar.

Andrea le parecía perfecta. Su forma de hablar y de caminar, de mover su cabello, de cocinar, de comer, de dormir. No había podido resistir la tentación de verla dormir, e incluso de sacarle una que otra foto. Le encantaba su figura, sus labios, y sus ojos. Sobre todo, le encantaba saber que ella sería madre de un hijo suyo dentro de unos siete meses. Y le gustaba más el hecho de que ahora estarían casados, para siempre.

No podría renunciar a ella. Nunca. No veía su futuro sin ella. Pensaba en el futuro como un sueño: él, un exitoso ingeniero y ella, una talentosa actriz, en una casa grande, con dos o tres niños correteando, haciéndolos reír. Haciéndolos amar. Aaron quería todo eso, toda esa idea de ensueño, toda la fantasía posible para sus vidas.

Y ya que el cumpleaños de Andrea sería en dos semanas, tenía exactamente dos semanas para enamorarla de él.

Se levantó de la cama, fue al baño, después a la cocina y abrió la refrigeradora para sacar la caja de zumo de naranja. Entonces, alguien tocó la puerta. Se alegró al pensar que sería Andrea, pero al llegar a la puerta y ver por la mirilla, no la vio a ella.

Era Julia, su ex novia.

Abrió la puerta, a pesar de estar solamente con el pantalón del pijama puesto.

-Hola, Julia –pronunció al verla frente a él-.

-Hola, Aaron. ¿Puedo pasar?

-Eh… claro, pasa.

Aaron terminó de abrir la puerta para que Julia pudiera pasar a la sala.

-Si no te molesta, creo que iré a ponerme una camisa. Ahora regreso.

-Claro, pasa, no te preocupes… -Julia se sentó en el sofá grande-.

Aaron fue hasta su habitación y al abrir su armario, vio la camisa que había usado Andrea hacía unas noches, cuando se quedó dormida en su casa. Escogió esa, a pesar de estar arrugada.

Cuando regresó a la sala, Julia seguía en el mismo lugar.

-Ya, perdona –dijo, sentándose frente a ella-. ¿Cómo has estado?

-Bien, gracias. ¿Y tú?

-Oh, pues, perfectamente.

-¿Cómo te va con tu chica?

Aaron se sorprendió. No hubiera esperado nunca esa pregunta de parte de Julia.

-Estamos bien, gracias. ¿Y tú? ¿Has conocido a alguien?

-No.

-Oh.

Hubo un silencio incómodo de parte de los dos, que no duró más de un minuto.

-Aaron, yo… -comenzó a decir Julia, con la voz entrecortada-. Tengo algo que decirte.

-Bueno, dilo –la animó él, al verla tan confundida-. No te preocupes, sabes que no muerdo –bromeó, tratando de animar el ambiente, pero no lo consiguió-.

-Lo siento, Aaron. Realmente lo siento.

-¿De qué hablas?

-De mí –susurró, intentando aparentar calma-. Cuando terminaste conmigo, me sentía tan mal, tan ridiculizada…

-Julia, ¿estás bien?

-No, Aaron, no lo estoy. –Dio un gran respiro, y levantó la mirada-. Vine aquí para pedirte perdón. No debí haberte tratado de esa manera cuando me dijiste que tu ex novia estaba embarazada. No debí haberla insultado, ni perder los nervios. Te quiero, Aaron. Realmente te quiero, pero ahora sé que tu corazón está con ella y con el hijo que ambos tendrán.

-No… no te estoy entendiendo, Julia. ¿Qué me estás queriendo decir?

-Contraté un investigador privado para que te siguiera a ti y a tu novia a donde fuera. Sé que no debí hacerlo, pero cuando me entregó el informe final de todo lo que había visto, y de todas las fotos que tomó de ustedes… me di cuenta que la amas, Aaron. De verdad lo haces.

Julia rebuscó en su bolso un fólder que contenía fotos de Aaron y Andrea juntos. Había una, en especial, que llamó la atención de Aaron. Había sido del día anterior, cuando habían ido al enorme jardín. En la foto, Aaron se encontraba colocándole el anillo a Andrea en el dedo anular.

-¿De verdad hiciste eso, Julia?

-Lo siento tanto, Aaron. Estaba fuera de mí. Estaba bastante molesta, y quería saber si mi reemplazo era… ya sabes, más bonita que yo, mejor, y bueno… ahora sé que así es, Aaron.

Aaron estaba realmente sorprendido.

-¿Contrataste a un investigador privado? ¿Estabas loca?

-¡Estaba enferma de celos! ¿No lo entiendes? ¡Te quería solo para mí, no para nadie! Eres demasiado bueno para ser verdad, ¿sí? Estudias, trabajas, comprendes, escuchas, eres fiel, y cuando quieres, lo haces de verdad. ¿Sabes lo mucho que deseé encontrar a un hombre así? ¡Jamás intentaste tocarme! ¿Sabes lo mucho que agradezco eso? Y por lo mismo te quería solo para mí. Sin embargo… eres feliz, ¿verdad?

-Por supuesto que lo soy. Seré padre, y también seré un profesional. Estoy casado con una chica que… bueno, con la madre de mi hija. La amo, ¿sabes?

Julia se levantó del sofá, y se dirigió a la puerta.

-Gracias por el tiempo que compartimos juntos, Aaron. Creo que siempre te querré…

Abrió la puerta, y Aaron se levantó del sofá.

-¿Un abrazo como amigos?

-Claro –sonrieron-.

Se dieron un gran y amistoso abrazo, y luego Julia se fue.

-*-

Andrea terminó de peinarse, y entonces llamó a Aaron para que la pasara a recoger a su casa. Quería darle una sorpresa: había cambiado de decisión, y estaba dispuesta a hacer que su matrimonio funcionara. Lo amaba, y quería lograr que Aaron la quisiera también. No era por ella, sino por el bien del futuro bebé.

Cuando Aaron llegó y le mandó un mensaje de texto para que saliera, Andrea le dio un beso a Cleo en la cabeza, tomó su mochila y salió.

-Hola –dijo Andrea, subiendo al auto-. ¿Cómo estás?

-Bien, gracias. ¿A dónde quieres ir?

-A tu casa –dijo Andrea, para después darle un beso en la mejilla. Aaron sonrió-.

Al llegar a casa de Aaron, Andrea fue directo a su habitación.

-¿Andrea? ¿A dónde vas?

-Me gustaría hablar algunas cosas contigo –susurró, sin ver atrás, llevando su bolso-.

Aaron la siguió, sin saber qué planeaba Andrea. Cuando entró a la habitación, Andrea estaba sentada en la cama, con sus brazos sosteniéndola atrás de su espalda. Aaron intentó apartar cada pensamiento lujurioso; sin embargo, no pudo.

-¿Andrea? ¿Qué pretendes?

-Ven…

Aaron se paró justo frente de ella, y Andrea lo jaló de su corbata azul. Comenzó a besarlo, y Aaron no desaprovechó la oportunidad para, al besarla, darle a entender lo mucho que la quería y la deseaba. Andrea agarró una de sus manos, y la guió hasta su abdomen. Esta vez no tenía un vestido, sino una playera sin mangas y un pantalón vaquero. Andrea comenzó a desabrochar su camisa formal, y Aaron comenzó a besarla en el cuello.

Ni siquiera se dio cuenta cuando las manos de Aaron se dirigieron al borde de su blusa y comenzaron a quitarla. Entonces, Aaron reaccionó.

-Andrea –susurró, mientras ella le besaba el cuello. Ambos estaban visiblemente excitados-. No tenemos que hacer esto si no quieres.

Ella lo mordió levemente, haciéndolo estremecerse.

-Pero yo quiero hacerlo –dijo, sonriendo y besándolo de nuevo-. No recuerdo mi primera vez, pero puedo recordar la segunda.

-Andrea…

-Aaron –pronunció ella, y lo besó-. Quiero hacer esto. Estamos casados, ¿no?

-Sí.

-Por favor –suplicó con la mirada, y Aaron no pudo decirle que no.

-Eres hermosa –le dijo, y Andrea le comenzó a desabrochar la camisa para después desabrocharle los vaqueros-. Quiero tanto esto, nena.

-Me gusta cuando me dices nena.

La blusa de Andrea fue la primera en dejar de estorbar. Aaron posó sus labios en toda la piel que pudo, deteniéndose unos momentos más en sus senos, aún dentro del sostén rosado de encaje. Después, lo quitó. Al principio se mostró cohibida, pero después lo animó a tocarlos. Ella fue quien quitó sus vaqueros.

Lo único que los separaba era la ropa interior. Andrea, llena de pasión pero aún tímida con respecto al terreno sexual, no se animó a seguir despojándolo de prendas. Fue él quien se encargó de quitarlos.

La recostó mejor en la cama, y entre besos, se hundió en ella demostrándole el tanto amor y pasión que sentía por ella, tratando de hacer inolvidable el momento para ella.

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Es cortito porque lo acabo de terminar. :3 ¡FELIZ AÑO 2014! Que todos sus deseos / propósitos se hagan realidad. Las quiero, chicas. <3

-Ana A.

1 comentario:

  1. Hola, me gustaría que pasaras por mi blog ya que estoy proxima a subir una novela y porque no? Me gustaría que dejarás el link del primer capitulo de una de una novela que tu hayas subido y que más te gusta así yo también podría leer, me retiro un gusto, gracias:)

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