Cuando Aaron despertó a la
mañana siguiente, se dio cuenta que se había enamorado de ella nuevamente.
No podía ser posible. Él
no era de aquellos chicos que se enamoraban fácilmente; sin embargo, después de
haber pasado un día entero con quien ahora era su esposa, no tenía duda de sus
sentimientos.
El único problema era que,
realmente, Andrea no sentía lo mismo por él.
Se lo había dejado muy
claro al fingir no saber sobre la noche de bodas, y al decirle que ella ya no
era una adolescente locamente enamorada. Él lo sabía, por supuesto. Ya no era
una adolescente. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ella y en todo lo que
significaba para él. Su primera novia, su primer amor, su primer beso. Aaron
nunca había sido un chico romántico, pero ahora se sentía como un completo
idiota enamorado de una chica que nunca había dejado de amar.
Andrea le parecía
perfecta. Su forma de hablar y de caminar, de mover su cabello, de cocinar, de
comer, de dormir. No había podido resistir la tentación de verla dormir, e
incluso de sacarle una que otra foto. Le encantaba su figura, sus labios, y sus
ojos. Sobre todo, le encantaba saber que ella sería madre de un hijo suyo
dentro de unos siete meses. Y le gustaba más el hecho de que ahora estarían
casados, para siempre.
No podría renunciar a
ella. Nunca. No veía su futuro sin ella. Pensaba en el futuro como un sueño:
él, un exitoso ingeniero y ella, una talentosa actriz, en una casa grande, con
dos o tres niños correteando, haciéndolos reír. Haciéndolos amar. Aaron quería
todo eso, toda esa idea de ensueño, toda la fantasía posible para sus vidas.
Y ya que el cumpleaños de
Andrea sería en dos semanas, tenía exactamente dos semanas para enamorarla de
él.
Se levantó de la cama, fue
al baño, después a la cocina y abrió la refrigeradora para sacar la caja de zumo
de naranja. Entonces, alguien tocó la puerta. Se alegró al pensar que sería
Andrea, pero al llegar a la puerta y ver por la mirilla, no la vio a ella.
Era Julia, su ex novia.
Abrió la puerta, a pesar
de estar solamente con el pantalón del pijama puesto.
-Hola, Julia –pronunció al
verla frente a él-.
-Hola, Aaron. ¿Puedo
pasar?
-Eh… claro, pasa.
Aaron terminó de abrir la
puerta para que Julia pudiera pasar a la sala.
-Si no te molesta, creo
que iré a ponerme una camisa. Ahora regreso.
-Claro, pasa, no te
preocupes… -Julia se sentó en el sofá grande-.
Aaron fue hasta su
habitación y al abrir su armario, vio la camisa que había usado Andrea hacía
unas noches, cuando se quedó dormida en su casa. Escogió esa, a pesar de estar
arrugada.
Cuando regresó a la sala,
Julia seguía en el mismo lugar.
-Ya, perdona –dijo,
sentándose frente a ella-. ¿Cómo has estado?
-Bien, gracias. ¿Y tú?
-Oh, pues, perfectamente.
-¿Cómo te va con tu chica?
Aaron se sorprendió. No
hubiera esperado nunca esa pregunta de parte de Julia.
-Estamos bien, gracias. ¿Y
tú? ¿Has conocido a alguien?
-No.
-Oh.
Hubo un silencio incómodo
de parte de los dos, que no duró más de un minuto.
-Aaron, yo… -comenzó a
decir Julia, con la voz entrecortada-. Tengo algo que decirte.
-Bueno, dilo –la animó él,
al verla tan confundida-. No te preocupes, sabes que no muerdo –bromeó,
tratando de animar el ambiente, pero no lo consiguió-.
-Lo siento, Aaron.
Realmente lo siento.
-¿De qué hablas?
-De mí –susurró,
intentando aparentar calma-. Cuando terminaste conmigo, me sentía tan mal, tan
ridiculizada…
-Julia, ¿estás bien?
-No, Aaron, no lo estoy.
–Dio un gran respiro, y levantó la mirada-. Vine aquí para pedirte perdón. No
debí haberte tratado de esa manera cuando me dijiste que tu ex novia estaba
embarazada. No debí haberla insultado, ni perder los nervios. Te quiero, Aaron.
Realmente te quiero, pero ahora sé que tu corazón está con ella y con el hijo
que ambos tendrán.
-No… no te estoy
entendiendo, Julia. ¿Qué me estás queriendo decir?
-Contraté un investigador
privado para que te siguiera a ti y a tu novia a donde fuera. Sé que no debí
hacerlo, pero cuando me entregó el informe final de todo lo que había visto, y
de todas las fotos que tomó de ustedes… me di cuenta que la amas, Aaron. De verdad
lo haces.
Julia rebuscó en su bolso
un fólder que contenía fotos de Aaron y Andrea juntos. Había una, en especial,
que llamó la atención de Aaron. Había sido del día anterior, cuando habían ido
al enorme jardín. En la foto, Aaron se encontraba colocándole el anillo a
Andrea en el dedo anular.
-¿De verdad hiciste eso,
Julia?
-Lo siento tanto, Aaron.
Estaba fuera de mí. Estaba bastante molesta, y quería saber si mi reemplazo
era… ya sabes, más bonita que yo, mejor, y bueno… ahora sé que así es, Aaron.
Aaron estaba realmente
sorprendido.
-¿Contrataste a un
investigador privado? ¿Estabas loca?
-¡Estaba enferma de celos!
¿No lo entiendes? ¡Te quería solo para mí, no para nadie! Eres demasiado bueno
para ser verdad, ¿sí? Estudias, trabajas, comprendes, escuchas, eres fiel, y
cuando quieres, lo haces de verdad. ¿Sabes lo mucho que deseé encontrar a un
hombre así? ¡Jamás intentaste tocarme! ¿Sabes lo mucho que agradezco eso? Y por
lo mismo te quería solo para mí. Sin embargo… eres feliz, ¿verdad?
-Por supuesto que lo soy.
Seré padre, y también seré un profesional. Estoy casado con una chica que…
bueno, con la madre de mi hija. La amo, ¿sabes?
Julia se levantó del sofá,
y se dirigió a la puerta.
-Gracias por el tiempo que
compartimos juntos, Aaron. Creo que siempre te querré…
Abrió la puerta, y Aaron
se levantó del sofá.
-¿Un abrazo como amigos?
-Claro –sonrieron-.
Se dieron un gran y
amistoso abrazo, y luego Julia se fue.
-*-
Andrea terminó de
peinarse, y entonces llamó a Aaron para que la pasara a recoger a su casa.
Quería darle una sorpresa: había cambiado de decisión, y estaba dispuesta a
hacer que su matrimonio funcionara. Lo amaba, y quería lograr que Aaron la
quisiera también. No era por ella, sino por el bien del futuro bebé.
Cuando Aaron llegó y le
mandó un mensaje de texto para que saliera, Andrea le dio un beso a Cleo en la
cabeza, tomó su mochila y salió.
-Hola –dijo Andrea,
subiendo al auto-. ¿Cómo estás?
-Bien, gracias. ¿A dónde
quieres ir?
-A tu casa –dijo Andrea,
para después darle un beso en la mejilla. Aaron sonrió-.
Al llegar a casa de Aaron,
Andrea fue directo a su habitación.
-¿Andrea? ¿A dónde vas?
-Me gustaría hablar
algunas cosas contigo –susurró, sin ver atrás, llevando su bolso-.
Aaron la siguió, sin saber
qué planeaba Andrea. Cuando entró a la habitación, Andrea estaba sentada en la
cama, con sus brazos sosteniéndola atrás de su espalda. Aaron intentó apartar
cada pensamiento lujurioso; sin embargo, no pudo.
-¿Andrea? ¿Qué pretendes?
-Ven…
Aaron se paró justo frente
de ella, y Andrea lo jaló de su corbata azul. Comenzó a besarlo, y Aaron no
desaprovechó la oportunidad para, al besarla, darle a entender lo mucho que la
quería y la deseaba. Andrea agarró una de sus manos, y la guió hasta su
abdomen. Esta vez no tenía un vestido, sino una playera sin mangas y un
pantalón vaquero. Andrea comenzó a desabrochar su camisa formal, y Aaron
comenzó a besarla en el cuello.
Ni siquiera se dio cuenta
cuando las manos de Aaron se dirigieron al borde de su blusa y comenzaron a
quitarla. Entonces, Aaron reaccionó.
-Andrea –susurró, mientras
ella le besaba el cuello. Ambos estaban visiblemente excitados-. No tenemos que
hacer esto si no quieres.
Ella lo mordió levemente,
haciéndolo estremecerse.
-Pero yo quiero hacerlo –dijo,
sonriendo y besándolo de nuevo-. No recuerdo mi primera vez, pero puedo
recordar la segunda.
-Andrea…
-Aaron –pronunció ella, y
lo besó-. Quiero hacer esto. Estamos casados, ¿no?
-Sí.
-Por favor –suplicó con la
mirada, y Aaron no pudo decirle que no.
-Eres hermosa –le dijo, y
Andrea le comenzó a desabrochar la camisa para después desabrocharle los
vaqueros-. Quiero tanto esto, nena.
-Me gusta cuando me dices
nena.
La blusa de Andrea fue la
primera en dejar de estorbar. Aaron posó sus labios en toda la piel que pudo,
deteniéndose unos momentos más en sus senos, aún dentro del sostén rosado de
encaje. Después, lo quitó. Al principio se mostró cohibida, pero después lo
animó a tocarlos. Ella fue quien quitó sus vaqueros.
Lo único que los separaba
era la ropa interior. Andrea, llena de pasión pero aún tímida con respecto al
terreno sexual, no se animó a seguir despojándolo de prendas. Fue él quien se
encargó de quitarlos.
La recostó mejor en la
cama, y entre besos, se hundió en ella demostrándole el tanto amor y pasión que
sentía por ella, tratando de hacer inolvidable el momento para ella.
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Es cortito porque lo acabo de terminar. :3 ¡FELIZ AÑO 2014! Que todos sus deseos / propósitos se hagan realidad. Las quiero, chicas. <3
-Ana A.