domingo, 19 de febrero de 2012

True Believer - Chapter 15

Durante unos segundos ninguno de los dos fue capaz de moverse, hasta que Miley suspiró y apartó la vista. Todavía temblando, levantó la botella de cerveza tímidamente.

—Creo que necesito otra cerveza —dijo con una sonrisa indecisa—. ¿Quieres una?

Nick se aclaró la garganta.

—No, gracias. Ya he cogido otra.

—Vuelvo en un minuto. De paso, echaré un vistazo a la salsa.

Miley se dirigió a la cocina sintiendo un ligero temblor en las piernas, y se detuvo delante de los fogones. La cuchara de madera había dejado una marca de salsa de tomate en la encimera tras asirla para remover el contenido del cazo, y cuando terminó, volvió a colocarla en el mismo sitio. Después abrió la nevera, cogió otra cerveza y la depositó sobre la encimera, junto con las olivas. Intentó abrir el bote, pero sus manos temblorosas no se lo permitieron.

—¿Quieres que te eche una mano? —preguntó Nick.

Miley levantó la vista, sorprendida. No lo había oído entrar, y se preguntó si sus sentimientos eran tan evidentes como ella los sentía.

—Si no te importa...

Nick agarró el bote de olivas, y Miley observó cómo se le tensaban los músculos de los antebrazos mientras forcejeaba con la tapa del bote. Después, él se fijó en la cerveza que descansaba sobre la encimera, la abrió y se la pasó a Miley.

No se atrevió a mirarla a los ojos, ni tampoco a pronunciar ninguna palabra. En el silencio de la estancia, Miley contempló cómo él se apoyaba en la repisa. La luz estaba encendida, pero sin la tenue luz del anochecer que se colaba por las ventanas, parecía como si la luz de la lámpara que colgaba por encima de sus cabezas fuera más suave que cuando habían empezado a cocinar.

Miley tomó un trago de su cerveza, saboreando el gusto, saboreando cada detalle de esa noche: su aspecto, cómo se sentía, y la forma en que él la miraba. Estaba lo suficientemente cerca como para poder tocar a Nick, y por un brevísimo instante tuvo la tentación de hacerlo, pero en lugar de eso, se dio la vuelta y se dirigió a la alacena.

Cogió una botella de aceite de oliva y otra de vinagre balsámico y vertió un poco de ambos contenidos en un cuenco pequeño, luego añadió sal y pimienta.

—Qué olor más delicioso —comentó él.

Cuando Miley terminó de preparar el aliño, tomó el bote de olivas y las vertió en otro cuenco pequeño.

—Todavía queda una hora para la cena —comentó. Hablar parecía mantenerla serena—. Puesto que no esperaba compañía, sólo puedo ofrecerte olivas como aperitivo. Si fuera verano, sugeriría que saliéramos al porche, pero ahora hace demasiado frío. Además, supongo que deberías saber que las sillas de la cocina no son muy cómodas, que digamos.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—¿Te parece bien si volvemos a sentarnos en la sala de estar?

Nick pasó delante, se detuvo ante la butaca y cogió la libreta de Doris; vio que Miley depositaba las olivas en la mesita auxiliar y luego intentaba acomodarse en el sofá. Cuando se sentó a su lado, pudo oler el dulce aroma floral del champú que ella había utilizado. Desde la radio les llegaban las notas apagadas de una canción.

—¿Has estado ojeando la libreta de Doris?

Nick asintió.

—Sí, me la ha dejado esta mañana.

—¿Y?

—Sólo he podido echar un vistazo a las primeras páginas. Pero he de admitir que contiene muchos más detalles de los que esperaba encontrar.

—¿Ahora crees que predijo el sexo de todos esos bebés?

—No —contestó él—. Como ya te dije ayer, seguramente Doris sólo anotó los casos en los que acertó.

Miley sonrió.

—¿Y no te has fijado en cómo están escritas esas fichas? Unas veces con lápiz, otras con bolígrafo. A veces incluso se puede intuir que tenía prisa; en cambio, en otras se explaya.

—No digo que la libreta no parezca convincente. Lo único que digo es que no puede predecir el sexo de los bebés con tan sólo coger a alguien por la mano.

—Ya, claro, si tú lo dices...

—No; porque es imposible.

—¿Te refieres a que estadísticamente es improbable?

—No, digo imposible.

—Muy bien, señor escéptico, allá tú. Cambiando de tema, ¿qué tal va tu historia?

Nick empezó a juguetear con la etiqueta de la botella de cerveza, como si pretendiera arrancarla.

—Muy bien. Aunque si me queda tiempo, me gustaría terminar de leer los diarios de la biblioteca, para ver si obtengo alguna anécdota que me sirva para ilustrar la historia.

—¿Has descubierto el motivo?

—Sí. Ahora lo único que tengo que hacer es demostrarlo. Espero que el tiempo se ponga de mi lado y colabore.

—Lo hará. Han dicho que habrá niebla durante todo el fin de semana. Lo he oído por la radio esta mañana.

—Perfecto. Pero la parte negativa es que la solución no resulta tan amena como la leyenda.

—Entonces, ¿ha valido la pena ir hasta Boone Creek?

Nick asintió.

—Sin ninguna duda. No me habría perdido este viaje por nada del mundo —declaró con voz susurrante.

Al oír su tono, Miley comprendió exactamente a qué se refería, y se lo quedó mirando en silencio. Apoyó la barbilla en la mano y estiró una pierna sobre el sofá, complacida con ese ambiente íntimo, con lo deseable que él hacía que se sintiera.

—¿Y cuál es la solución? —preguntó, inclinándose levemente hacia delante—. ¿Puedes darme la respuesta?

La luz de la lámpara a su espalda la rodeaba de un halo difuminado, y sus ojos violetas brillaban debajo de sus oscuras pestañas.

—Prefiero mostrártelo —repuso él.

Miley sonrió.

—Porque esperas que te lleve de vuelta al pueblo, ¿no es así?

—Correcto.

—¿Y cuándo quieres regresar?

—Mañana, si es posible.

Nick sacudió la cabeza, intentando no perder el control de sus sentimientos.

No deseaba echar a perder la velada, pero tampoco quería presionarla demasiado. Lo cierto era que deseaba algo más que rodearla con sus brazos.

—Tengo que ver a Alvin, un amigo. Es un cámara de Nueva York que se ha desplazado hasta el pueblo para realizar una filmación profesional.

—¿Va a ir a Boone Creek?

—Seguramente en estos precisos instantes ya debe de estar llegando al pueblo.

—¿Ahora? ¿Y no deberías estar allí para recibirlo?

—Probablemente —admitió él.

Miley reflexionó sobre lo que él le acababa de contar y pensó en el enorme esfuerzo que él había hecho para llegar hasta Buxton ese día.

—De acuerdo —aceptó finalmente—. Hay un transbordador que sale a primera hora de la mañana. Estaremos en el pueblo a eso de las diez.

—Gracias.

—¿Y piensas filmar mañana por la noche también?

Nick asintió.

—Le he dejado una nota a Alvin indicándole que vaya al cementerio esta noche, pero mañana tendremos que filmar otros puntos del pueblo. Además, todavía existen algunos cabos sueltos que debo resolver.

—¿Y qué pasa con el baile en el granero? Pensé que íbamos a bailar juntos si resolvías el misterio.

Nick bajó la cabeza.

—Si puedo hacerlo, lo haré. Créeme. No hay nada que me apetezca más.

Nuevamente, el silencio se adueñó de la habitación.

—¿Cuándo te marcharás a Nueva York? —preguntó Miley finalmente.

—El sábado. La semana que viene tengo una reunión, así que tendré que irme el sábado.

Miley notó cómo se le encogía el corazón ante la noticia. A pesar de que sabía que tenía que suceder, le dolió escuchar la dura realidad.

—De vuelta a la vida bulliciosa, ¿eh?

Nick sacudió la cabeza.

—Mi vida en Nueva York no es nada glamurosa. Me paso la mayor parte del tiempo trabajando, o bien investigando o bien escribiendo, y te aseguro que son tareas solitarias, incluso diría que a veces pueden resultar demasiado solitarias.

Miley enarcó una ceja.

—No intentes que sienta pena por ti, porque no lo conseguirás.

Él la miró fijamente.

—¿Y si te hablo de la bruja de mi vecina?

—Tampoco.

Nick soltó una carcajada.

—Pienses lo que pienses, no vivo en Nueva York por el bullicio. Vivo allí porque mi familia vive allí, porque me siento cómodo allí. Porque para mí es mi hogar, igual que Boone Creek lo es para ti.

—¿Sois una familia muy unida?

—Sí. Cada fin de semana nos reunimos en Queens, en casa de mis padres, para comer. Mi padre sufrió un ataque al corazón hace un par de años, por lo que tiene que ir con cuidado, pero le encantan esas reuniones familiares. Es muy divertido; la casa adopta un aire similar a un zoo: un puñado de críos corriendo arriba y abajo, mi madre cocinando en la cocina, mis hermanos y sus esposas charlando en el patio que hay en la parte posterior de la casa. Todos viven relativamente cerca entre sí, por lo que se ven con mucha más frecuencia que yo.

Miley tomó otro trago mientras intentaba imaginar la escena

—Parece muy agradable.

—Lo es. Pero a veces resulta duro.

Ella lo miró con curiosidad.

—No te entiendo.

Él se quedó pensativo, haciendo girar la botella entre sus manos.

—A veces yo tampoco lo entiendo —dijo finalmente. Quizá fue la forma en que lo dijo lo que llevó a Miley a quedarse callada. En medio del silencio, lo observó detenidamente, esperando que continuara.

—¿Alguna vez has soñado con alguna cosa, algo que anhelas con locura, y cuando crees que estás a punto de lograrlo, de repente pasa algo y se te escapa de las manos?

—Todo el mundo tiene sueños que no llegan a cumplirse —respondió ella con un tono suave.

Nick se encogió de hombros.

—Sí, supongo que sí.

—No estoy segura de comprender lo que intentas decirme —dijo ella para animarlo a proseguir.

—Hay algo que no sabes de mí —anunció Nick, levantando la cabeza y mirándola fijamente—. De hecho, es algo que jamás he contado a nadie.

Con esa confesión, Miley notó que se le tensaban los hombros.

—Estás casado —dijo, echándose hacia atrás.

Nick sacudió enérgicamente la cabeza. —No.

—Tienes novia en Nueva York, una novia formal.

—Tampoco.

Cuando Nick no dijo nada más, a ella le pareció ver una sombra de duda en su rostro.

—No importa —musitó Miley al final—, tampoco es de mi incumbencia.

Nick volvió a sacudir la cabeza y sonrió.

—Te has acercado en la primera intentona. Estuve casado. Y me divorcié.

Miley había esperado una confesión más terrible; casi se echó a reír de alivio, pero la expresión sombría de Nick la detuvo.

—Se llamaba Selena. Éramos muy diferentes, y nadie entendía qué habíamos visto el uno en el otro. Pero más allá de las apariencias, compartíamos los mismos valores y creencias sobre las cosas importantes en la vida, e incluso nuestro deseo de tener hijos: ella quería cuatro; yo, cinco. —Nick vaciló cuando vio la expresión de Miley—. Sé que son demasiados hijos para los momentos que corren, pero era algo a lo que ambos estábamos acostumbrados; ella también provenía de una familia numerosa, —Realizó una pausa—. Al principio no sospechamos que hubiera ningún problema, pero al cabo de seis meses ella todavía no se había quedado embarazada, así que decidimos someternos a unas pruebas. Ella demostró ser fértil, pero yo no. No nos dieron ninguna razón, ninguna respuesta posible; tan sólo que es una de esas cosas que a veces suceden. Cuando ella lo supo, decidió divorciarse. Y ahora... Quiero decir, amo a mi familia, me encanta pasar los fines de semana con ellos, pero cuando estamos todos juntos, siempre pienso en la familia que jamás llegaré a tener. Sé que puede parecer extraño, pero supongo que deberías comprender lo importante que era para mí, lo mucho que deseaba tener hijos.

Cuando terminó, Miley simplemente se lo quedó mirando, intentando encontrar el sentido a lo que él le acababa de contar.

—¿Tu esposa te abandonó porque descubristeis que no podías tener hijos?

—No en ese mismo instante, pero más tarde sí.

—¿Y los doctores no pudieron hacer nada?

—No. —Nick parecía avergonzado—. Tampoco es que dijeran que era totalmente imposible que yo engendrara un hijo, pero nos dejaron claro que había poquísimas posibilidades de que eso sucediera; vaya, que lo más probable era que nunca sucediera. Y eso fue la gota que colmó el vaso.

—¿Y no os planteasteis adoptar a un niño, o encontrar un donante, o...?

Nick sacudió la cabeza.

—Sé que es fácil pensar que ella actuó de una forma desconsiderada, pero no fue así. Tendrías que conocerla para comprenderlo. Ella creció con el sueño de convertirse en madre. Sus hermanas estaban embarazadas, y ella también lo habría estado, tarde o temprano, de no ser por mí. —Clavó la mirada en el techo—. Durante mucho tiempo, me negué a aceptarlo. No podía creer que fuera estéril, pero lo era. Y sé que suena ridículo, pero después de esa experiencia, me sentí como si le faltara algo a mi masculinidad, como si no fuera digno de estar con una mujer.

Nick se encogió de hombros. Su voz iba adoptando un tono más amargo a medida que proseguía con su declaración.

—Es cierto; podríamos haber adoptado a un niño, o podríamos haber encontrado un donante. Le sugerí todas las posibilidades. Pero a ella no le atraía la idea. Deseaba quedarse embarazada, deseaba experimentar el maravilloso momento de ver nacer a su hijo, un hijo de ella y de su esposo. Después de eso, nuestra relación empezó a hacer aguas. Aunque no sólo fue por ella. Yo también cambié. Empecé a acusar cambios bruscos de humor... Empecé a viajar más a causa del trabajo... No lo sé... Quizá la alejé de mí inconscientemente.

Miley lo observó durante un largo momento.

—¿Por qué me cuentas esas intimidades?

Nick tomó un sorbo de su cerveza y volvió a juguetear con la etiqueta de la botella.

—Quizá sea porque quiero que sepas con quién te metes, saliendo con un tipo como yo.

Tras esas palabras, Miley sintió cómo se sonrojaba irremediablemente. Entonces sacudió la cabeza y desvió la vista.

—No digas cosas que no sientes.

—¿Qué te hace pensar que no lo siento?

En el exterior de la cabaña, el viento empezaba a arreciar con intensidad, y ella escuchó los tonos apagados de las campanitas del móvil de metal que colgaba en la puerta de la entrada.

—Porque no es así. Porque no puedes. Porque no se trata de quién eres, ni tampoco de por qué me lo has contado. Tú y yo... no somos iguales, por más que quieras creer que lo somos. Tú estás allí; yo estoy aquí. Tú tienes una gran familia a la que ves con frecuencia; yo sólo tengo a Doris, y ella me necesita aquí, especialmente ahora, por su delicado estado de salud. A ti te gustan las ciudades; a mí los pueblos pequeños. Te encanta tu trabajo, y yo..., bueno, tengo lo de la biblioteca, y también me encanta. Si uno de los dos se viera forzado a abandonar lo que tiene, lo que hemos elegido hacer con nuestras vidas... —Entornó los ojos—. Sé que algunas personas lo consiguen, pero resulta difícil cuando se trata de consolidar una relación. Me has dicho que la razón por la que te enamoraste de Selena era que compartíais los mismos valores. Pero en nuestro caso, uno de los dos tendría que sacrificarse. Y yo no quiero sacrificarme, ni tampoco creo que sea justo esperar que tú te sacrifiques.

Miley bajó la vista, y en la quietud reinante, él pudo oír el monótono ruido del reloj que coronaba la repisa de la chimenea. La hermosa cara de Miley estaba ahora surcada de arrugas de tristeza, y de repente a Nick le asaltó la terrible sospecha de que estaba a punto de perder toda oportunidad de estar con ella. Se incorporó hacia delante y puso el dedo índice en la mejilla de Miley, obligándola a girar la cara y a mirarlo.

—¿Y qué pasa si yo no lo interpreto como un sacrificio? —dijo él—. ¿Y si te digo que preferiría quedarme contigo en lugar de volver a mi vida de siempre?

El contacto del dedo de Nick le provocó a Miley una sensación eléctrica. Intentando ignorar la impresión, contestó procurando que no se le quebrara la voz.

—Entonces te respondería que he pasado dos días maravillosos contigo, que conocerte ha sido algo increíble. Y que sí, que me encantaría creer que lo nuestro puede funcionar, que me siento agasajada.

—Pero no quieres arriesgarte a ver si funciona o no.

Miley sacudió la cabeza lentamente.

—Nick..., yo...

—No pasa nada. Lo comprendo.

—No —sentenció ella—. No lo comprendes. Has oído lo que te he dicho, pero no me has escuchado. Lo que quería decir era que me encantaría que lo nuestro saliera bien. Eres inteligente y encantador... —Resopló, abatida—. Muy bien, puede que a veces seas demasiado directo...

A pesar de la tensión, Nick no pudo evitar echarse a reír.

Ella continuó, eligiendo cada una de sus palabras con cautela.

—Estos dos últimos días han sido maravillosos; sin embargo, no puedo evitar pensar en ciertas cosas que me pasaron hace años y que me dejaron unas profundas heridas.

Sin perder la calma pero con gran rapidez, Miley le refirió la historia del señor sabelotodo. Cuando terminó, su cara reflejaba el sentido de culpabilidad que la ahogaba.

—Quizá por eso estoy intentando ser lo más práctica posible en esta ocasión. No digo que vayas a desaparecer igual que hizo él, pero ¿eres capaz de asegurarme, con toda franqueza, que seguiremos sintiendo lo mismo el uno por el otro si tenemos que viajar para poder estar juntos?

—Sí —afirmó él con voz solemne—. Te lo aseguro.

Ella pareció entristecerse ante su respuesta.

—Es fácil decirlo ahora, pero ¿qué pasará mañana? ¿Y qué pasará de aquí a un mes?

Fuera de la cabaña, el viento silbaba con fuerza. La arena chocaba contra los cristales, y las cortinas se movían ligeramente mientras el viento intentaba colarse por los resquicios de las viejas ventanas.

Nick miraba a Miley fijamente, reafirmándose una vez más en sus sentimientos hacia ella: sí, la amaba.

—Miley —empezó a murmurar, sintiendo una terrible sequedad en la boca—. Yo...

Como adivinando lo que él le iba a decir, Miley alzó las manos para detenerlo.

—No sigas, por favor. Todavía no estoy lista, ¿de acuerdo? ¿Qué tal si nos dedicamos a saborear la cena? ¿Crees que podemos hacerlo? —Dudó antes de poner con cuidado la botella de cerveza en la mesa—. Será mejor que vaya a echar un vistazo a la salsa.

Con un sentimiento de absoluto abatimiento, Nick la observó mientras ella se levantaba del sofá. Cuando llegó a la puerta de la cocina, Miley se volvió y lo miró a los ojos.

—Y sólo para que lo sepas, creo que tu ex mujer actuó de una forma abominable y que no hace falta que la intentes excusar por su comportamiento injustificable. Uno no abandona a su pareja por una cuestión como ésa, y el que todavía seas capaz de hablar bien de ella confirma que fue ella la que cometió el error. Créeme; sé lo que es ser un buen padre. Tener hijos significa cuidar de ellos, educarlos, quererlos y apoyarlos, y ninguna de esas cosas está vinculada con quién los engendra una noche en una habitación o con la experiencia de estar embarazada.

Miley se dio la vuelta en dirección a la cocina y desapareció, Nick podía oír a Billie Holiday cantando I’lll Be Seeing You en la radio. Con un nudo en la garganta, se levantó para seguirla, consciente de que si no aprovechaba ese momento, quizá nunca más se le presentaría la misma oportunidad. De repente había comprendido que Miley era la razón por la que había ido hasta Boone Creek; Miley era la respuesta que había estado buscando durante tanto tiempo.

Se apoyó en la puerta de la cocina y observó cómo ella colocaba otro cazo en el fuego.

—Gracias por tu sinceridad —musitó él.

—No hay de qué —respondió ella, evitando mirarlo a los ojos

Nick sabía que, en el fondo, aunque intentaba ser fuerte, Miley estaba experimentando las mismas emociones que él, y admiró tanto su pasión como sus reservas. Entonces se decidió a dar un paso hacia ella. Sabía que tenía que correr ese riesgo.

—¿Te puedo pedir un favor? —preguntó Nick—. Ya que quizá no pueda hacerlo mañana —dijo, al tiempo que levantaba la mano—, ¿quieres bailar conmigo ahora?

—¿Aquí? —Ella lo miró perpleja, sintiendo cómo se le aceleraba el corazón—. ¿Ahora?

Sin mediar otra palabra, Nick se le acercó y le cogió la mano, sonriendo, luego se la llevó a la boca y le besó los dedos antes de dejarla en la posición correcta. Después, sin apartar la vista de sus ojos, deslizó el otro brazo alrededor de su espalda y la acercó hacia él con ternura. Mientras Nick empezaba a acariciarle la parte inferior de la espalda con el dedo pulgar y a susurrar su nombre, Miley se dejó llevar, siguiendo el ritmo que él marcaba.

Los dos empezaron a moverse en círculos al son de la lenta melodía, y a pesar de que al principio ella se sintió incómoda, finalmente se relajó y se apoyó en él, perdida en el distintivo aroma que emanaba de su cuerpo. Miley notaba el cálido aliento de Nick en su cuello, y mientras él le recorría lentamente la espalda con su mano, ella entornó los ojos y se apoyó más en él, reclinando la cabeza sobre su hombro y sintiendo cómo se acababan de desvanecer sus últimos intentos de resistencia. Se dio cuenta de que eso era precisamente lo que había deseado desde el principio, y en la diminuta cocina, los dos continuaron moviéndose al son de la música, cada uno perdido en las sensaciones que le provocaba el otro.

Tras las ventanas, las olas continuaban su danza airada, anegando la tierra hasta las dunas. El gélido viento soplaba alrededor de la cabaña, confundiéndose con la noche totalmente oscura. Mientras tanto, la cena se cocía lentamente en el fuego.

Cuando Miley finalmente levantó la cara para mirarlo a los ojos, él la abrazó con dulzura y se inclinó hacia ella para rozar sus labios con los suyos, una vez, y después otra, antes de atreverse a besarla. Se separó un poco de ella para asegurarse de que Miley estaba bien, y acto seguido volvió a besarla. Ella también lo besó y sintió cómo se derretía entre sus brazos. Saboreó su lengua, jugueteando con la suya, su excitante humedad, y le acarició el rostro con la mano, siguiendo el perfil de su mejilla. Nick respondió a la caricia besándola en la mejilla y en el cuello, mordisqueándola con su boca sensual.

Se besaron en la cocina durante un largo rato, saboreándose mutuamente sin prisa ni premura, hasta que Miley finalmente se echó hacia atrás. Apagó el fuego que había detrás de ella y, a continuación, tomó a Nick de la mano y lo condujo hasta su habitación.

Hicieron el amor lentamente. Mientras se movía encima de ella, él susurraba lo mucho que la quería y repetía su nombre como una plegaria. Sus manos no dejaban de moverse, como si quisieran asegurarse de que ella era real. Estuvieron en la cama durante horas, haciendo el amor y riendo silenciosamente, saboreando las caricias con que se colmaban mutuamente.

Varias horas más tarde, Miley se levantó de la cama y se envolvió en un albornoz. Nick se calzó sus vaqueros y fue detrás de ella hasta la cocina, donde terminaron de preparar la cena. Después de que Miley encendiera una vela, él la observó fijamente por encima de la pequeña llama, maravillándose del ligero rubor de sus mejillas, mientras él devoraba la cena más deliciosa que jamás había probado. Comer juntos en la cocina, él sin camisa y ella con nada más que ese delgado albornoz, le parecía incluso más íntimo que cualquier otra cosa que había sucedido esa noche.

Después regresaron otra vez a la cama, y Nick la abrazó con fuerza, satisfecho por el simple hecho de sentir el calor que desprendía su cuerpo. Cuando finalmente Miley se quedó dormida, él la observó dormir. De vez en cuando le apartaba el pelo de los ojos, rememorando la noche, recordando cada detalle, y sabiendo que había encontrado a la mujer con la que quería pasar el resto de su vida.


 

Nick se despertó justo antes del amanecer y vio que Miley no estaba a su lado. Se sentó en la cama, palpó el edredón como para asegurarse de que estaba solo, y a continuación se incorporó de un salto y se puso los vaqueros. La ropa de Miley continuaba esparcida por el suelo, pero el albornoz que llevaba puesto durante la cena no estaba a la vista. Se alisó los vaqueros con las manos, se estremeció ligeramente al notar el aire fresco y cruzó los brazos mientras se dirigía hacia el pasillo.

La encontró en la butaca que había cerca de la chimenea, con un vaso de leche a su lado, encima de una mesita. Tenía la libreta de Doris en la falda, abierta prácticamente por el principio, pero no la estaba ojeando. En lugar de eso, su mirada estaba perdida en un punto de la oscuridad.

Nick se acercó a ella; al hacerlo, el suelo crujió con sus pasos, y el ruido sacó a Miley de su ensimismamiento. Cuando vio a Nick, sonrió.

—Ah, hola —lo saludó.

Bajo la tenue luz, Nick adivinó que algo no iba bien. Se sentó en el reposabrazos de la misma butaca que ocupaba Miley y la rodeó con su brazo.

—¿Estás bien? —murmuró.

—Sí, no te preocupes.

—¿Qué estás haciendo? Todavía es de noche.

—No podía dormir —se excusó Miley—. Y además, tenemos que estar de pie temprano para no perder el transbordador.

Nick asintió, a pesar de que no estaba absolutamente satisfecho con la respuesta.

—¿Estás enfadada conmigo?

—No.

—¿Te arrepientes de lo que ha sucedido?

—No, no es eso.

No añadió nada más, y Nick la abrazó con más fuerza, deseando creerla. Entonces clavó la vista en la libreta de Doris.

—Es una obra interesante —comentó él, sin querer presionarla más—. Tengo ganas de leerla con detenimiento.

Miley sonrió.

—Hacía tiempo que no la ojeaba. Me trae recuerdos de la infancia.

—¿Y cómo es eso?

Ella dudó unos instantes, luego señaló la página abierta sobre su regazo.

—¿Antes llegaste a esta entrada?

—No —contestó él.

—Léela —le pidió ella.

Nick leyó la entrada rápidamente. En muchos aspectos parecía idéntica a las demás: los nombres de pila de los padres, la edad, de cuántos meses estaba embarazada la mujer, y la confirmación de que el bebé que esperaba sería una niña. Cuando terminó, levantó la cabeza y la miró.

—¿No ves nada interesante? —inquirió ella.

—No estoy seguro de qué es lo que me estás preguntando —admitió él.

—¿Los nombres de Jim y Clarie no te dicen nada?

—No. —Nick estudió su cara—. ¿Acaso deberían?

Miley bajó la vista.

—Eran mis padres —dijo con una voz suave—. Ésta es la entrada en la que Doris predijo que yo sería una niña.

Nick la miró con una enorme curiosidad.

—En eso estaba pensando —continuó—. Creemos que nos conocemos el uno al otro, pero tú ni siquiera sabías los nombres de mis padres. Y yo tampoco sé cómo se llaman los tuyos.

Él sintió que se le empezaba a formar un nudo en el estómago.

—¿Y eso te preocupa? ¿Crees que no nos conocemos lo suficiente?

Acto seguido, ella lo abrazó con una ternura que a Nick le provocó un intenso dolor en el corazón. Se quedaron sentados en la butaca durante un largo rato, abrazados, mientras ambos deseaban en silencio que el tiempo se detuviera y les permitiera quedarse en ese dulce momento para siempre.

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Nonono, van a matarme, lo sé. ;) bueno, creo que eso es todo. ._. quise subirles los 2 caps. estos juntos xq ohsiii. Al fin me abrió el internet explorer! No me gusta editar en el Firefox ni en el Chrome. Esta es una de las últimas entradas. ): bueno...

THE JONAS BROTHERS ARE BACK!!!!!! SDJHGFHBASUKDGHJFHBSWUIFGHJSWUIDFHJKKLASDJFHIASDHJKGFB
ASDHJFGBSDHSDJAFGNHSDKAFHJHSDNILFUKHJSDNIFHJKJSDIUFHJNS
DIFUHJSDUIFYWEHUIFTYHJSDHJFGHSDUIFJKHSDNJFKHBDNSFHJGKAS
NDLIJFKGHSDAILFUKJHWERUIFJHKDSFN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! *fangirleando*.

Ustedes saben que las amo MUCHO! Así de mucho, mucho, demasiado. :'3 son una parte muuuuuuuy importante para mí. <3 :') nunca las olvidaré. <3

Las amo, NUNCA DEJEN DE CREER! ;) & NILEY FOREVER, OHSIII. :'D atte: AIMiller / Nicky AB.

2 comentarios:

  1. OHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ALKSFJASF LOS JONAS AKSFASLJFKSAÑFAKLSF CSM LOS CAPITULOS ESTAN INCREIBLES!!!! ajsfkñlfkafas MUERRRRRRRRRO :D :D :D ME ENCANTARON AKSJFFJALKFJAS SUBE PRONTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO y cuidate mucho mucho mucho! te quiero c:

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  2. aaaawww me encanto el capitulo estuvo tan bueno como me lo imaginaba espero que subas el siguiente caps pronto!!!!! besitos

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